Manal Tamimi

Derecho a la paz. Derecho a la libertad de reunión y asociación
Palestina
Comité de Coordinación de la Lucha Popular (PSCC)

Manal Tamimi es una destacada activista palestina. Vive en Nabi Saleh, un pueblo de aproximadamente 600 habitantes situado en Cisjordania, en territorio ocupado por Israel desde 1967. En 2009, colonos israelíes de un asentamiento cercano tomaron el control de una de las principales fuentes de agua de la localidad. Cuando esto ocurrió, explica Tamimi, «dos terceras partes de las tierras del pueblo ya habían sido confiscadas por diferentes razones».

El 9 de diciembre de 2009, los y las habitantes de Nabi Saleh organizaron la primera de las manifestaciones semanales que, hoy en día, siguen manteniendo cada viernes. «La respuesta israelí es siempre brutal», asegura Tamimi. En estas protestas juegan un papel fundamental mujeres como ella. «Participamos en la toma de decisiones sobre las protestas, los temas y las diferentes actividades en el interior y el exterior del pueblo», explica la activista, que lamenta el «concepto erróneo» que desde occidente se tiene de las mujeres musulmanas, «especialmente si llevan hiyab».

Tamimi ha estudiado un máster en Derecho Internacional en la Universidad de Al-Quds. Es miembro del Comité de Coordinación de la Lucha Popular (PSCC, por sus siglas en inglés), una organización que aglutina a los Comités de Resistencia Popular de Cisjordania. Ha viajado por todo el mundo para denunciar las vulneraciones de los derechos del pueblo palestino -ha estado en el Líbano, Italia, Francia, España y Estados Unidos.

La represión le ha tocado de cerca. Ha sido detenida en cuatro ocasiones y herida varias veces, una de ellas con una bala disparada por un francotirador. Sus hijos Osama (25) y Muhamad (21) ya han salido de la cárcel después de 9 y 22 meses de prisión respectivamente, pero los dos han sufrido torturas físicas y psicológicas y los han intentado matar una vez fuera de la cárcel.

Su sobrina, Ahed Tamimi, también pasó por la cárcel y por suerte ahora ya está libre. Para explicar su historia, Manal Tamimi ha escrito junto con otros autores el libro Ahed Tamimi: A Girl who Fought Back.

Entrevista a Manal Tamimi

¿Cómo cambia tu vida cuando empezáis a organizar las manifestaciones a Nabi Saleh?

Todas nuestras vidas cambiaron. Por supuesto, vivir bajo la ocupación significa que tienes que ser castigada por tu nacionalidad palestina, tanto si resistes como si no. Pero cuando decidimos resistir, todavía fue peor.
Las armas tóxicas que utilizan contra nosotros han tenido un impacto muy negativo en nuestra salud: hemos empezado a tener problemas renales, dolores musculares, fuertes dolores de cabeza, enfermedades en la piel… Lo peor es que nuestros niños se han convertido en parte del castigo: 47 menores de 18 años fueron arrestados; de estos, 11 tenían menos de 15 años. El más joven es Suhaib, que con sólo 13 años tuvo que pisar la cárcel.

Una de estas menores fue tu sobrina, Ahed Tamimi. Su caso es conocido internacionalmente; ¿qué impacto ha tenido este hecho en su situación?

Ha tenido impactos positivos y negativos. Por un lado, su caso ha hecho visibles a las prisioneras palestinas, especialmente las menores. Se ha incrementado el interés por conocer la situación de las personas palestinas cerradas en cárceles israelíes. Por otro, el caso del Ahed se ha presentado como la acción de todo un Estado contra una niña. Por eso intentaron criminalizarla y justificar que merecía un castigo. Pero no lo consiguieron.

¿Qué impacto tiene en las familias y las comunidades la detención de cientos de niños palestinos cada año?

Es la peor pesadilla que puede atravesar cualquier padre o madre: ver cómo castigan o aprisionan a sus criaturas. Sobre todo porque Israel nunca respeta el derecho internacional y humanitario. Personalmente, estoy preparada para que me castiguen por mi activismo, pero cuando detuvieron a mis dos hijos en enero fue la peor experiencia que he vivido. He estado en prisión cuatro veces y me han herido muchas otras, pero esto no se acerca ni al 2% de lo que viví cuando detuvieron Osama y el Muhamad que por suerte ahora ya son libres.

Me hizo cuestionar si lo que hago vale la pena, pero me di cuenta que sin resistencia no podremos construir un futuro mejor para nuestros hijos e hijas. Esta experiencia les fortalecerá para poder hacer frente a todas las dificultades de su vida.

Después de tantos años de lucha, tu compromiso se mantiene firme.

Resisto porque me niego a morir en silencio y a morir antes de mi muerte. La ocupación intenta matarnos mientras estamos vivos, matar nuestros espíritus. He aprendido que el mundo no nos oirá si callamos y que nadie luchará por mis derechos y me devolverá lo que tenía si yo no lucho y resisto.

Para una madre, el impacto de vivir bajo la ocupación es muy duro porque no puedes dar seguridad a tus hijos. Como madre, y no como activista, siento siempre una gran preocupación por mis hijos. Siempre pienso que podrían no volver o que tal vez están respirando gas lacrimógeno. Este miedo y preocupación nos paraliza como madres, pero lo más importante es que este miedo no nos controle.

La madre es el pilar más importante de la familia y si ella se siente débil, la familia se debilita. La mujer es el pilar esencial y fuerte. Tenemos momentos de debilidad, pero son sólo momentos. Ser mujer y activista significa que te vigilen todo el tiempo, pero creemos en lo que hacemos e igualmente un día moriremos así que, ¿por qué morir en silencio?

Sólo por ser palestina ya estamos en el punto de mira, por nuestra existencia, no es necesario que cometas ningún crimen, por lo tanto, prefiero morir resistiendo que en la cama esperando que algo cambie

Vuestra lucha es cotidiana

Pedimos justicia, igualdad, libertad, libertad de expresión y quiero poder llevar a mis hijos al mar, que está a sólo 20 minutos de casa, sin tener que pasar un checkpoint e ir cuando quiera, cuando nos aburrimos. Puedo ver el mar desde el tejado, pero no podemos ir desde hace 25 años.

Queremos un futuro para nuestros hijos, que no nos maten a los familiares mientras van a comprar, no me quiero levantar de madrugada con la habitación llena de gas lacrimógeno. Queremos el fin de la ocupación y un país en paz. Queremos el derecho el retorno a los palestinos que tuvieron que marcharse y queremos que puedan volver si quieren.

¿Qué pueden hacer las personas y los municipios para apoyar al pueblo palestino?

Cada persona debería preguntarse: que puedo hacer para parar el genocidio contra Palestina? Como puedo cambiar la política de mi país? Para nosotros, es muy importante que la mirada hacia la población palestina se transforme, que no se vean como a terroristas sino como personas que luchamos por la libertad. Por eso utilizamos las redes sociales, sobretodo para dirigirnos a los jóvenes, e invitamos a grupos, estudiantes, sindicatos y representantes parlamentarios de todo el mundo. Esta gente tiene el poder de votar y poco a poco se pueden cambiar las políticas de sus países.

El boicot, desinversiones y sanciones (BDS) son una herramienta muy importante de resistencia no violenta, y hemos visto el impacto que tiene en la economía israelí. Algunas entidades nos han puesto condiciones en la hora de darnos ayuda económica bien sea por el tema del BDS o porque algunas personas lanzan piedras en las manifestaciones (para nosotros es un símbolo de resistencia). Les pedimos muy fuertemente que nos apoyen sin condiciones, porque podemos vivir sin dinero, pero no sin dignidad ni honor. Es evidente la desigualdad entre el ejército israelí y nosotros durante las manifestaciones de los viernes.

También las conferencias y las protestes ayudan, aunque solo sean de una persona ante las embajadas de Israel o Estados Unidos, son maneras de mostrar que la comunidad internacional se está despertando y no se quedará callada ante sus crímenes.

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