Ruth Mumbi

Derechos de las mujeres Derecho a una vida digna.
Kenia
Bunge La Wamama Mashinani

Activista de derechos humanos keniana y defensora de los derechos de las mujeres, especialmente de las mujeres que viven en situaciones de vulnerabilidad en los barrios marginales de Nairobi. Ruth nació y continúa viviendo en Kiamaiko, situado en Mathare, el segundo suburbio más grande de Nairobi.

Fundadora y actual coordinadora de Bunge La Wamama Mashinani (Parlamento de las mujeres), movimiento popular que lleva a cabo campañas para la justicia social y la rendición de cuentas en diferentes partes de Kenia. Este movimiento también da voz a las mujeres, las informa de sus derechos y lucha por mejorar sus condiciones de trabajo, especialmente de las empleadas domésticas; promueve el acceso a la salud y sobre todo trabaja para garantizar los derechos reproductivos de la mujer. También se dedican a fomentar la educación y facilitar el acceso a la justicia. Mumbi es también impulsora de Warembo Ni Yes, movimiento de mujeres jóvenes de Kenia que se organiza para promover los derechos garantizados en la Constitución.

Debido a su activismo, Ruth Mumbi sufre intimidaciones y amenazas y en 2011 la policía keniana la golpeó y la detuvo acusada de «incitación a la violencia» a raíz de su participación en una manifestación pacífica en protesta del alto número de muertes de mujeres embarazadas en la sala de maternidad de Huruma, uno de los mayores suburbios de Nairobi.

En 2014 fue una de los seis finalistas de entre los 90 candidatos al Premio 2013 Defensores de Derechos Humanos en Riesgo de la organización Frontline Defenders.

Entrevista a Ruth Mumbi

¿Qué tipo de retos tienes que afrontar personalmente como defensora de los derechos humanos, como mujer y como habitante de Kiamaiko?

Como defensora de los derechos humanos y como mujer que vive en un asentamiento urbano donde la gran mayoría vive en condiciones de pobreza extrema, y ​​en una zona donde conviven diferentes comunidades que han emigrado desde diferentes partes del país con sus creencias y prácticas culturales que sitúan a la mujer como ciudadano de segunda clase, se espera que permanezca sentada mirando mientras los hombres toman las decisiones. Por ser una mujer que desafía el statu quo he sido rechazada socialmente, estigmatizada, agredida sexualmente por parte de las autoridades para reivindicar un sistema fiscal justo, procesada injustamente y discriminada por motivos étnicos.

Para mí supone un gran reto que la comunidad tenga muchas expectativas a la hora de que se solucionen los problemas que deben afrontar y tratar de satisfacer todas sus necesidades, hasta el punto que me veo obligada a utilizar recursos personales. Sin embargo, los recursos siguen siendo insuficientes para sufragar esas necesidades.

A menudo es difícil encontrar el equilibrio entre la doble responsabilidad de ser una madre soltera y una organizadora comunitaria.

¿Cuál es la situación de la mujer en los asentamientos urbanos de Nairobi? ¿Cuáles son las necesidades más urgentes para estas mujeres y las violaciones de los derechos humanos más frecuentes?

Las mujeres en asentamientos urbanos de Nairobi continúan viviendo en condiciones de extrema pobreza, lo que las sitúa en una posición vulnerable a la violencia de género tanto a nivel familiar como a nivel de la sociedad, todo ello sumado a las injusticias históricas de los diferentes regímenes. A muchas mujeres de estos barrios se les niega la educación y los padres o de otros familiares las obligan a casarse jóvenes para obtener los beneficios de la dote.

Las violaciones y la deshonra siguen siendo una gran amenaza para las mujeres y las niñas que viven en los asentamientos, hechos que se acentúan por las características físicas del barrio como callejones estrechos, desagües abiertos y áreas sin iluminación. Todo ello conforma un terreno fértil para las violaciones y los atracos.

Por otra parte, la violencia doméstica contra la mujer es flagrante en estas áreas.

¿Por qué decidiste fundar Bunge La Wamama Mashinani (el Parlamento de las mujeres)?

Queríamos crear un espacio para las mujeres de los asentamientos urbanos, que se veían privadas de sus derechos, para que así pudieran participar y compartir las experiencias y los retos que tenían que afrontar. El movimiento nació después de las elecciones presidenciales, que desencadenaron unas olas de violencia afectando a todo el país y, especialmente a las mujeres y los niños. El país quedó dividido por grupos étnicos. En este contexto BLWM se convirtió en una plataforma para la reconciliación, pues unió a las comunidades enfrentadas promoviendo la coexistencia pacífica entre los diversos grupos étnicos que residen en la zona.

¿Qué tipo de cambios han conseguido estos movimientos en tu comunidad y en la sociedad keniana?

El hecho de haber creado una gran fuerza y ​​unir las voces de las mujeres de diferentes regiones del país. Ahora mismo, las mujeres son mucho más conscientes de sus derechos que antes.

La violencia policial está en todas partes

Si. No hemos dejado de denunciar la muerte de Stephen Gichuru, mi cuñado, a manos de la policía. También la de Chris Ndwiga, de 17 años, que murió por culpa de los disparos de agentes de la policía de Kiamaiko Es por eso que pedimos al Presidente de Kenia, Uhunu Kenyatta, que se abra una investigación inmediata e imparcial de los casos de Stephen Gichuru y los otros jóvenes que han muerto a manos de la policía de Kiamaiko y que los responsables de estas muertes sean llevados ante la justicia. Asimismo, instamos a que se tomen las medidas necesarias para que, en el futuro, no se produzca ningún caso de posible ejecución extrajudicial o de uso excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas de policía de Kenia.

Durante la pandemia han continuado los asesinatos y también los desalojos.

El año pasado Kenia tuvo muchos casos de Covid y fuimos confinados. Pero continuaban muriendo inocentes civiles a manos de la policía. El caso más flagrante fue durante el desalojo de una familia en Karobangi. Tenían toda la documentación legal que necesitaban para vivir allí, pero a las 3 de la madrugada vinieron con tractores y comenzaron a demoler las casas. ¿Cómo puede ser que desalojen a la gente de sus casas en plena pandemia? El gobierno nos pidió que nos quedáramos en casa y lo que hizo fue aprovechar para desalojar a mujeres mayores y niños. Esto es un crimen contra la humanidad. La gente está perdiendo los trabajos y también las casas y el gobierno está actuando con impunidad. En tiempos de pandemia, cuando no sabemos que pasará mañana, el gobierno te convierte en sinhogar en vez de ayudarte.

Quería que todo el mundo supiera qué pasaba y contacté con un activista defensor de derechos humanos que tiene muchos seguidores en Twitter e hizo un streaming de lo que estaba sucediendo. Su vídeo fue tendencia aquí. Al menos pudimos mostrarlo al mundo. Quiero un país que respete los derechos humanos. La solidaridad internacional nos ayuda a romper la narrativa del gobierno, que nos acusa de cosas que no hemos hecho, mientras asesina nuestras familias y desaloja a gente vulnerable de sus casas.

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