Vania Arana

Defensa de los derechos de las mujeres. Defensa de los derechos laborales.
España
Las Kellys
https://www.facebook.com/LasKellysBCN/

Vania Arana es portavoz y presidenta del sindicato Las Kellys Cataluña. Llegó a Madrid el 1992 procedente del Perú, el país que la vio nacer. Allí había estudiado para ser profesora de secundaria, pero cuando llegó aquí no pudo convalidar la titulación, puesto que no había correspondencia en los estudios. Fue entonces cuando empezó a cuidar a gente mayor, pero un par de incidentes hicieron que buscara otra cosa. «El primer día de cuidar a un señor mayor, se murió mientras dormía. Fue un impacto. Después de alguna otra experiencia, me decanté por empezar a limpiar casas. Lo hice durante un mes y ¿entonces me surgió una oportunidad en Andorra!”. Fue en el país pirenaico donde Vania empezó a hacer trabajo en hoteles.

El 1996 empezó a trabajar a través de ETT (empresas de trabajo temporal) y fue en esta época en la cual adquirió más experiencia en el ámbito de la limpieza de habitaciones. «Además de la práctica, desde que empecé a trabajar como camarera de pisos, siempre me he formado en el ámbito de la hostelería», explica. También estudió un curso de Filología hispánica a la UNED, pero lo dejó porque ella quería ser maestra, y los estudios no iban encaminados hacia esta profesión.

Vania reconoce que fue cuando se quedó embarazada cuando se dio cuenta de las condiciones precarias que vivía el sector en el cual ella trabajaba. «Tuve un embarazo muy malo, muy problemático y complicado. La ETT con la cual estaba no se hizo cargo y me sentí abandonada laboralmente. Me hicieron firmar una baja voluntaria». Después del embarazo y durante los años posteriores, tuvo problemas de acoso en el trabajo que la hicieron caer en una depresión.

Poco a poco, Vania y sus compañeras se dieron cuenta de que no había nadie que velara por sus derechos laborales y su bienestar, y a través de encuentros esporádicos en las cuales compartían experiencias, se fueron organizando.

2014, punto de inflexión

En 2014 se produjo el punto de inflexión. En una gran cadena hotelera de Barcelona, hubo un cambio de modelo: se despidió de manera drástica a algunas camareras de pisos, y las condiciones de las que no fueron despedidas empeoraron notablemente. «Limpiábamos 30 habitaciones en 8 horas, o en 10, o en las que hiciera falta. A veces eran las siete de la tarde y no podíamos irnos. Nos hartamos. Además del aumento de trabajo, no teníamos derecho a descansar durante la jornada laboral, a comer o a beber. La persecución era única y la situación se volvió imposible de gestionar. Además, no echaban a la gente, sino que esperaban a que cogiéramos bajas voluntarias». Fue entonces cuando las camareras de pisos se organizaron y presentaron una demanda colectiva.

La demanda contra el hotel en cuestión fue la gran primera victoria de Vania y sus compañeras. En 2018, las camareras de pisos llegaron a un pacto con el hotel y el juicio no se llegó a producir. Se llegó a un acuerdo y se tuvo que readmitir a las trabajadoras que habían sido despedidas. A banda, toda la plantilla del hotel fue internalizada, incluidas las personas que no habían demandado. “Lo recuerdo como un momento de euforia. ¡Es tan grande lo que conseguimos! Para nosotras fue una satisfacción inmensa. Supuso un punto de inflexión en nuestras vidas y nos ha permitido continuar luchando por nuestros derechos”, reconoce Vania.

Las Kellys: nacidas para reclamar sus derechos

El nombre “Las Kellys” es un juego de palabras que aparece de acortar la expresión «las que limpian». Nacieron a través de las redes sociales en 2014 —Vania reconoce que las redes las ayudaron a conglomerar el malestar y la insatisfacción, a tejer lazos de unión con diferentes colectivos y a hacerse más fuertes a partir de la lucha conjunta —, en 2016 se constituyeron como asociación y en 2018 como sindicato. En estos momentos, Las Kellys tienen presencia en ocho territorios: Barcelona, Benidorm, Cádiz, Fuerteventura, La Rioja, Lanzarote, Madrid y Mallorca. Como asociación, cada grupo territorial es independiente.

Los problemas, retos y obstáculos a los cuales tienen que hacer frente las camareras de pisos son múltiples: invisibilidad social, salarios bajos, poco reconocimiento profesional, contratación irregular, temporal y a tiempo parcial, carga del trabajo, externalizaciones, presión, etc Esto se traduce en estadísticas que muestran el estado del colectivo. Según Comisiones Obreras, el 95,9% de las camareras de pisos sufre síntomas clínicos de ansiedad, el 70% asegura experimentar dolor muscular, el 71,5% consume fármacos para paliar el malestar y 4 de cada 10 camareras de pisos presenta síntomas depresivos.

Ante esta situación, las demandas de Las Kellys, son claras: jubilación anticipada, reconocimiento de las enfermedades derivadas del trabajo, desaparición de la externalización (es decir, modificación del Artículo 42 del Estatuto de los Trabajadores), incorporación de la Ley Kelly,gestión por parte del INEM de las bolsas de trabajo, blindaje de los Convenios de Hostelería, incremento de las inspecciones laborales, cumplimiento del capítulo III de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, realización de estudios ergonómicos para calcular y limitar las cargas de trabajo o el cumplimiento del Artículo 34 del Estatuto de los trabajadores y trabajadoras para poder conciliar, entre otros.

Durante estos años, además de continuar luchando para garantizar el respeto por sus derechos laborales, Las Kellys Cataluña han llevado a cabo varias iniciativas: el mismo año de su nacimiento como sindicato, impulsaron un sello de calidad que fue aprobado por el Parlamento de Cataluña. A día de hoy, continúa sin desarrollarse ni implementarse a causa de “la poca voluntad política”. Se trata de un sello que acredita las condiciones de trabajo dignas para las trabajadoras. También presentaron una Directiva Kelly en Bruselas para acabar con la externalización de los servicios y recientemente se han embarcado en un proyecto ambicioso: poner en marcha una Central de Reservas con hoteles que hayan adquirido el sello Kelly. Se quiere proporcionar una base de datos con alojamiento que respeten los derechos laborales de las camareras de pisos y los otros trabajadores y trabajadoras. El proyecto se puso en marcha a partir de un micromecenazgo que funcionó muy bien y que tenía como lema “Yo reservo con Las Kellys”. Ahora, están desarrollando la iniciativa. Está previsto que la Central de Reservas empiece a estar operativa a partir del verano del 2022.

Entrevista a Vania Arana

¿Cuál ha sido la clave del éxito de Las Kellys?

Para llegar donde estamos actualmente, hemos tenido que saltarnos algunas normas impuestas por la sociedad y el sistema. Qué quiere decir que tenemos que esperar tres meses para hablar con una persona? Nos hemos plantado muchas veces en lugares para hablar con gente y hemos conseguido muchos hitos. Cuando participamos en la negociación del Convenio Colectivo de Hostelería, por ejemplo, fue la primera vez que se habló de la externalización.

Pero está permitida, en hostelería.

La externalización está permitida siempre que no se subcontrate a personas que desarrollan la actividad principal. Es decir: la gente que limpia la fachada de un hotel puede ser externa, o si algún día se tiene que hacer una convención y se tiene que contratar un servicio de catering especial. No es el caso de las camareras de pisos.

¿Cuál es la relación con otros colectivos?

Muy buena. No estaríamos donde estamos sin ellos. Nos han brindado un apoyo y una ayuda constante. Al principio, cuando no teníamos material para pancartas, nos lo dejaban; hacían actos con recaudación que iba hacia nuestra asociación, nos permitían poner paradas a las ferias, etc. Si los tuviera que nombrar, no acabaría.

¿Y con los sindicatos mayoritarios?

Nos reunimos con UGT y CCOO, pero la experiencia no fue demasiado buena. Nos sentimos abandonadas. Nosotros, además, ya teníamos clarísimo que nos uniríamos con Las Kellys. Desde el primer momento vimos que la relación no sería fructífera.

¿Cómo os financiáis?

Tenemos merchandising, hacemos comida, colaboramos con Sindillar, etc Sindillar, precisamente, ha montado un taller textil y nosotros hemos estado estudiando costura con ellas; ahora también pertenecemos a su taller. En cuanto al tema jurídico, siempre hemos trabajado con los abogados Laie, que nos ayudan de manera gratuita. Nos han ayudado a hacer el sello de calidad, a constituirnos como sindicato o a ir a Bruselas.

¿A qué fuisteis, a Bruselas?

A presentar la Directiva Kelly. Lo hicimos gracias a un montón de personas y colectivos. Durante estos años, también hemos intercambiado experiencias con Kellys de Alemania. Francia, Italia y el Reino Unido. Lo presentamos conjuntamente con ellas.

¿Alguna conclusión?

En España, la situación es muy complicada. La externalización nos está matando y se tiene que erradicar.

¿Qué papel han jugado los medios en el reconocimiento de Las Kellys?

En nuestro caso, los medios de comunicación han sido fundamentales. Es cierto que tenemos que tener siempre mucho cuidado sobre qué decimos y cómo decimos las cosas, pero nos han ayudado a visibilizar nuestra problemática y a crear conciencia entre la sociedad. A través de los medios grandes y tradicionales hemos llegado a las pantallas de muchas casas, pero han sido los medios alternativos quienes han hecho seguimiento de los casos y nos han acompañado en todo este recorrido. Han hablado de nuestras problemáticas en profundidad y nos han permitido ponernos en contacto con otros colectivos como La Marea Azul o La Marea pensionista. Pan y Rosas nos ha acompañado desde el principio.

La aparición de la Covid-19 y la crisis ocasionada por la pandemia os afectó muchísimo.

Mucho. Se despidió a muchas compañeras, sobre todo a las que trabajaban de manera externa. A muchas se las hizo firmar la baja voluntaria. Las que tenían un contrato fijo discontinuo también se quedaron en la calle. Como Kellys, tuvimos que ir a hablar con muchos políticos, tanto de derechas o izquierdas. La pandemia nos ha permitido conocernos mejor y nos hemos dado cuenta de que la solidaridad viene de la sociedad, como las asociaciones de barrio.

¿Qué caracteriza a Las Kellys?

La constancia y ser sinceras, ser francas y mostrarnos tal como somos. Somos transparentes, un adjetivo que a menudo se utiliza demasiado a la ligera. Nunca hemos ocultado que somos personas de diferentes ideologías, procedencias, maneras de hacer, etc. La clave ha sido y es respetarnos. Somos un colectivo muy heterogéneo. A través de este respeto y la confianza hemos hecho terapia colectiva sin saber que, poniendo en común nuestras experiencias, nos estábamos ayudando y acompañando.

¿Qué destacarías, del colectivo?

Las Kellys nos ha servido para conocernos a nosotros mismas, pero también a las personas con quienes trabajamos y que tenemos delante. Esto no tiene precio, porque hemos conseguido crear unos lazos de amistad muy fuertes. Hace que nos sintamos en familia. Buscamos cambiar la sociedad y vamos todas a una. Se ha creado un vínculo a través de la responsabilidad y el aprecio, pero si hay una palabra que nos define y que nos ha hecho llegar donde estamos es el amor. El amor que tenemos por nosotros mismas, las unas por las otras y el amor que sentimos por nuestro trabajo. Porque sí, yo no empecé a trabajar de camarera de piso porque me gustara, pero con el tiempo he acabado amando el trabajo.

¿Qué te gusta de tu trabajo?

Ahora hace un tiempo que, a través de Las Kellys, hago charlas. Pues bien, para mí es igual de gratificante impartir una charla en una universidad que terminar de hacer una habitación. Imagino que hay mucha gente que no se lo cree, pero da mucha satisfacción acabar de limpiar una habitación que te has encontrado hecha un desastre. Una se siente orgullosa. Dedicarse a la limpieza de una habitación de hotel tiene su técnica y no todo el mundo lo puede hacer. Solo hay que retroceder a 2008, cuando estalló la crisis económica.

¿Qué pasó?

Al colectivo llegaron muchos hombres que se habían quedado sin trabajo. Aguantaban muy poco y nos preguntaban cómo nos lo hacíamos.

¿Se os ha tratado con paternalismo?

En los hoteles no; todo lo contrario, porque nos cuesta mucho que reconozcan el trabajo. Afuera del ámbito estrictamente laboral, a veces sí. A veces también nos han tratado como si fuéramos la última cosa y con desprecio.

¿De dónde surge la idea de la Central de Reservas?

Mucha gente se pone en contacto con nosotras para preguntarnos sobre hoteles que respeten a las trabajadoras y de aquí sale la idea. Queríamos dar respuesta a estas inquietudes. Aunque las camareras de pisos estén en plantilla, esto no quiere decir que se respeten sus derechos laborales. Nuestro primero gran objetivo era darnos a conocer y que la gente tuviera conocimiento y fuera consciente de nuestra situación. Porque esto que nos pasa a nosotros, le puede pasar a todo el mundo. Entonces, que un hotel tenga el sello de calidad querrá decir que las camareras de pisos están contratadas por el hotel en cuestión, que los contratos respetan el Convenio Colectivo de Hostelería, que hay una conciliación familiar adecuada o que se respeta el tema de las enfermedades y las posibles adaptaciones al trabajo, entre otros. Esto último se contempla en la ley, pero no se suele aplicar. Está todo en marcha con el objetivo que esté operativa a partir de junio Hemos tenido problemas para encontrar una empresa que nos lo haga todo y que no externalice ningún servicio. De hecho, ya teníamos una, pero la abogada se leyó toda la documentación y nos dimos cuenta de que sí que había servicios externalizados.

En referencia al tema de las enfermedades, en vuestro manifiesto se pide el «Cumplimiento del capítulo III de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y así mismo la Ley de Coordinación de Actividades Empresariales y que se realicen los estudios ergonómicos para calcular y limitar las cargas de trabajo según las características de cada hotel».

Si. Las enfermedades que desarrollamos las camareras de pisos suelen ser musculoesqueléticas, a pesar de que también desarrollamos enfermedades y trastornos psicológicos como la ansiedad o la depresión causados por la presión bajo la cual trabajamos. Hacemos el trabajo con fajas, tobilleras, etc. ¡Vamos totalmente equipadas! Somos un colectivo enfermo.

Hace tiempo que lo denunciáis, esto.

Tengo compañeras de treinta años que están enfermas. Es muy complicado que una camarera de pisos se jubile a los 65 años, como en otras profesiones. Normalmente nos jubilamos antes. Hace veinte años se podía llegar a buenos pactos con los jefes, que te respetaban y se preocupaban por ti. Ahora esto ya no es tan habitual. Se ha deshumanizado el trabajo, y de esto tienen responsabilidad las empresas externas.

¿Qué es el sello de calidad?

El sello de calidad fue aprobado por el pleno del Parlamento en noviembre de 2018. No hubo nadie que votara en contra y solo una abstención. Se dijo que se desarrollaría y que se implementaría, pero todavía no se ha hecho nada. Quien era en aquel momento el consejero de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias, Chakir El Homrani, ya nos dijo que ellos no lo harían. Continuamos reclamando, pero la patronal tiene mucha fuerza. La nueva consellería también nos ha dicho que no lo llevarán a cabo.

¿La patronal se opone?

La patronal dice que el sello es discriminatorio. ¿En qué sentido? Nos preguntamos nosotras. Si los hoteles respetan los derechos laborales de las trabajadoras y no se produce ninguna vulneración, como asegura la patronal, entonces no debería haber ningún problema, ¿no?

Activistas relacionados y relacionadas

Mai Shanin & Iris Gur

Palestina e Israel
Derecho a la paz.

Sara López

México
Derechos de los pueblos indígenas. Defensa del medio ambiente.

Bisharo Ali Hussein

Kenia
Derechos de las mujeres. Defensa de los derechos de las personas migrantes y refugiadas

Yslem, hijo del desierto

Sáhara Occidental
Derecho a la paz. Derechos civiles y políticos.

Karima Shujazada

Afganistán
Derechos de las mujeres. Derechos de las personas refugiadas.

Desirée Bela Lobedde

Espanya
Defensant els drets humans des de Catalunya: activisme antiracista