Victor Ochen

Derecho a la paz.
Uganda
African Youth Initiative Network (AYINET).

Victor Ochen nació en un país en guerra. C Creció en el campo de personas desplazadas internas de Abia, en el distrito de Lira, un territorio del norte del país que fue escenario durante dos décadas del conflicto que afrontaba el Lord’s Resistance Army (LRA, Ejército de Resistencia del Señor), de Joseph Kony, y las fuerzas armadas gubernamentales.

Pasó mucha hambre y mucho miedo en su infancia y adolescencia, pero enseguida empezó a movilizar este sufrimiento para articular iniciativas de promoción de la paz. Con solo 13 años, Ochen impulsó un Club de la Paz que, de entrada, no tuvo demasiado éxito. “Me decían que estaba loco porque hablaba de una cosa que no conocía”, explicaba en una entrevista hace años. Aunque, finalmente, consiguió el apoyo de la líder cristina de su comunidad.

Para poder estudiar, trabajó haciendo carbón, haciendo tochos y limpiando la sede de una emisora de radio local, de la cual acabaría siendo presentador.

En el año 2005 fundó la African Youth Initiative Network (AYINET), una ONG que tiene como objetivo promover la cultura de paz y abordar las consecuencias del conflicto ugandés que aun generan sufrimiento. A día de hoy, el activista continua liderando esta entidad.

Ochen es también embajador de los Objetivos de Desarrollo Sostenible impulsados por las Naciones Unidas; concretamente, es representante del objetivo número 16: paz, justicia e instituciones sólidas. Además, forma parte del Grupo asesor sobre género, desplazamiento forzado y protección del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

El año 2015, el activista fue nominado al premio Nobel de la Paz. Era el africano más joven y el primer ugandés que optaba a este galardón. El mismo año, la revista Forbes lo situó entre las diez personas más influyentes del continente africano, y recibió el premio Mundo Negro a la Fraternidad.

Entrevista a Victor Ochen

Visitaste las “Ciudades Defensoras de los Derechos Humanos” en 2016.

Sí, fue una experiencia con mucho de aprendizaje. Desde entonces, se han multiplicado las iniciativas de paz y justicia en África. Estamos impulsando proyectos a nivel continental y global, como el programa “Silencing the Guns in Africa – Silencing the Guns Everywhere” (Silenciando las armas en África, silenciándolas en todas partes). La iniciativa busca movilizar los esfuerzos colectivos para abordar la violencia con armas que se vive en todo el mundo.

Creaste AYINET hace 15 años. ¿Cuáles han sido los principales impactos conseguidos por la organización?

Son numerosos. De entrada, hemos proporcionado cirugía reconstructiva para facilitar la recuperación de más de 23.000 supervivientes de la guerra; esta ha sido una actuación dirigida a víctimas de mutilaciones, violaciones o tiros, o a personas con otras heridas de guerra. Además, hemos ofrecido tratamiento para la superación de traumas a más de 200.000 personas directamente afectadas por la guerra. AYINET ha contribuido, con mediación y acompañamiento, al retorno y la reintegración de más de 200.000 niños soldado y jóvenes afectadas y afectados por la guerra.

Con nuestra tarea, hemos apoyado a la movilización y el empoderamiento de jóvenes como mediadores comunitarios en zonas de guerra o conflicto. Además, hemos llegado a al menos cinco millones de jóvenes de Uganda, otras partes de África y de todo el mundo. Hemos trabajado para movilizar e inspirar una generación de jóvenes que se comprometa a dedicar sus energías a hacer de la paz una realidad.

Por último, AYINET está impulsando actualmente una Academia Africana de la Paz, una infraestructura permanente para la construcción de paz. Se pretende crear un modelo de operaciones o misiones de construcción de paz, diferentes de las habituales operaciones o misiones de mantenimiento de la paz.

La mitad del personal de AYINET está conformado por personas directamente afectadas por la guerra.
La organización busca implicar y empoderar víctimas de la guerra, y capacitarlas para que sean agentes activos en la reconstrucción de sus vidas y de la sociedad. Para que se conviertan en personas asesoras, mobilizadoras de la comunidad, trabajadores y trabajadoras sociales, y líderes para la recuperación económica y el postconflicto.

¿Por qué es tan importante la gente joven en la tarea de AYINET?

AYINET prioriza la gente joven porque es quien se encuentra siempre en el centro del conflicto. En nuestro día a día, ayudamos a empoderar la juventud y a transformar su trauma, su dolor y sus pérdidas en una oportunidad de liderazgo por la paz y la justicia.

Trabajamos porque la gente joven, a quien legítimamente le pertenece el futuro, se implique y redirija sus energías hacia una participación positiva en la sociedad. Si tienen en sus manos su destino y su futuro, protegerán su sociedad.

¿Cuáles son los principales retos para un futuro de paz en Uganda?

Uganda, como cualquier otro país africano, se encuentra en el camino de un cambio positivo. Una cuestión clave tiene que ver en cómo canalizar la energía de la gente joven de la mejor manera posible, puesto que la juventud es mayoría. Uganda es también un país que está experimentando los efectos del cambio climático; se han incrementado las inundaciones, a veces hay sequías inusuales y, encima, tenemos brotes de enfermedades y desastres naturales como la invasión de una plaga de saltamontes. Por último, un reto fundamental que el país tendrá que afrontar tiene que ver con el uso y el aprovechamiento de la tecnología; en especial, hay que ver cómo se pueden utilizar las redes sociales para el bien común y no como plataforma para la propagación del odio, la división y la desinformación.

En una conferencia, hace un par de años, dijiste: “La vida en la que crecí, que viví, no ha desaparecido; es una vida que se vive hoy en muchas partes del mundo”. ¿Cuáles serían tus palabras para la gente que se encuentra en esta situación?

Sí, todavía veo mucha gente que vive la vida que yo he vivido. Durante mi etapa de crecimiento, el mundo se encontraba en el umbral de la destrucción. En todas partes veía miedo, sufrimiento y muerte. Y me preguntaba si la humanidad nunca aprendería a convivir. Mi madre me enseñó que todos somos creados a imagen de Dios, pero que preocuparse por los otros es una opción. Estas palabras de motivación me abrieron los ojos, y me dieron razones para escoger ayudar personas que vivían vidas como la mía.

Todo el que puedo decir a otras personas que sufren como yo sufrí es: sé que sufres, siento tu dolor, he vivido tu experiencia. Quizás no puedes imaginarte que las cosas pueden cambiar. Pero nada dura para siempre. El cambio vendrá, intenta verte en la imagen de este cambio. Tu sufrimiento no te da permiso para crear más sufrimiento. Te inspira para pararlo.

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