Morena Herrera

Defensa de los derechos de las mujeres
El Salvador
Colectiva Feminista
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Morena Herrera es, posiblemente, una de las activistas feministas más conocidas de El Salvador. Vinculada a la lucha por los derechos humanos y la libertad, su activismo se inicia dentro del contexto del movimiento estudiantil. «En este país no había alternativas, y todas las respuestas a cualquier demanda pasaban por la represión, las masacres y la violencia», explica. La activista luchó como guerrillera del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

«Antes de firmar los Acuerdos de Paz [el 1992], una serie de mujeres nos reunimos y compartimos inquietudes. Había muchas situaciones que no nos gustaban porque nos parecían injustas para las mujeres, incluso dentro de la guerrilla. Llevamos a cabo algunas protestas y nos quejamos en varias ocasiones, pero estas acciones no tuvieron trascendencia». Para dar cabida a estas demandas, en 1990, dos años antes de que se firmaran los Acuerdos de Paz, Morena Herrera fundó, junto con otras compañeras, la organización feminista Las Dignas.

El nombre inicial de Las Dignas era «Movimiento de Mujeres por la Dignidad y la vida». «Los compañeros nos guaseaban y fue así como empezamos a firmar como Las Dignas. En aquel momento yo ya había experimentado en carne propia y en carne de mis compañeras las problemáticas asociadas al aborto». Morena Herrera asegura que empezó a presenciar que había situaciones sufridas por las mujeres que no se entendían, y en este contexto fue cuando ella empezó a luchar y trabajar por la despenalización del aborto y por los derechos de las mujeres de su país. Una carrera de fondo que no ha dejado hasta día de hoy.

Morena Herrera es una de las fundadoras de la Colectiva Feminista para el Desarrollo Local,que trabaja por los derechos de las mujeres salvadoreñas en diferentes ámbitos y que busca tener una incidencia tanto nacional como local. «Nuestros esfuerzos están enfocados a fortalecer la capacidad de las mujeres para transformar las relaciones de poder entre mujeres y hombres. En este contexto, nuestra apuesta incluye la necesidad de cambiar los imaginarios masculinos centrados en la superioridad y las masculinidades hegemónicas, lo cual nos ha llevado a desarrollar e implementar procesos de formación y sensibilización con jóvenes, estudiantes y docentes, así como con funcionarios públicos, para que desde su campo también puedan contribuir a la construcción de organizaciones y comunidades inclusivas y equitativas», explican.

La Colectiva Feminista para el Desarrollo Local actúa en diferentes ámbitos, como el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos desde un enfoque integral, laico y científico, la promoción de una vida libre de violencia de género, el empoderamiento y la autonomía económica de las mujeres, o la protección de las defensoras de los derechos humanos. También abordan proyectos por la justicia ambiental y trabajan para fomentar una participación ciudadana y política que promueva una sociedad más igualitaria y justa, entre otros.

El 2006 se produjo un punto de inflexión: el New York Times publicó un reportaje sobre una mujer que había sufrido un aborto y que había sido condenada a treinta años de prisión por homicidio agraviado. «En aquel momento, nos dimos cuenta que la condena era la punta del iceberg y que todo era mucho más complejo. El caso se iniciaba como una acusación por aborto y se convertía en poco tiempo en una condena por homicidio agravado. Tardamos cuatro años en sacar esta mujer de la prisión, pero cuando lo conseguimos, en 2009, lo vivimos como una verdadera victoria. Nos dio mucha fuerza».

Aquel mismo año, el 2009, Morena Herrera empezó a trabajar con la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto, que lucha para lograr los siguientes objetivos:

  • Promover la conciencia ciudadana para cambiar la legislación existente sobre la interrupción del embarazo en el país.
  • Defender legalmente a las mujeres que han sido condenadas o que están siendo acusadas por aborto o delitos relacionados.
  • Divulgar socialmente la necesidad de que las mujeres reciban la asistencia adecuada con el fin de asegurar su salud sexual y reproductiva, de tal manera que no tengan que recurrir a abortos inseguros que pongan en riesgo su vida.

Sentencias draconianas que van desde los treinta hasta los cincuenta años de prisión

El Salvador es un país profundamente religioso y con sectores fundamentalistas que ostentan mucho poder económico y que tienen muchos lazos con los grandes medios de comunicación del país. A través de la presión y sus acciones han conseguido que las mujeres que abortan, sea por el motivo que sea, sean perseguidas, criminalizadas y estigmatizadas.

Actualmente, El Salvador es uno de los pocos países del mundo en el cual el aborto está completamente prohibido. Las mujeres no pueden abortar incluso aunque su vida corra riesgo, el feto tenga una malformación o el embarazo sea fruto de una violación.

Según el informe Del Hospital a la Cárcel. Consecuencias para las mujeres por la penalización sin excepciones, de la interrupción del emabrazo en El Salvador 1998-2019publicado por la Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto en El Salvador, «En la investigación realizada en todos los Juzgados de Instrucción y Tribunales de Sentencia de El Salvador se han identificado, entre el periodo 1998-2019 (…), la existencia de 181 mujeres a las cuales se inició un proceso acusadas de aborto, aunque a la mitad de ellas se les cambió posteriormente la tipificación del delito a homicidio agravado (…). El número más grande de casos de mujeres procesadas se dio entre el 2000 y el 2005, y disminuyó de manera importante a partir del 2006, aunque con un repunte entre 2009 y 2012». Es importante destacar el perfil socioeconómico de las mujeres procesadas por esta causa:

  • El 67% de las mujeres que abortan tiene entre 18 y 25 años.
  • Un 24% tiene un nivel de estudios muy bajo: muchas de ellas incluso son analfabetas.
  • El 53% no recibe ningún tipo de salario o ingresos económicos. El resto son empleadas domésticas, obreras, o ejercen oficios los ingresos de los cuales no superan el salario mínimo.
  • El 70% de las mujeres afronta sola esta situación; es decir, el hombre responsable del embarazo no asume ninguna responsabilidad.

El 54% de las denuncias procede de los hospitales que atienen a estas mujeres. Las otras denuncias se originan en el entorno de la mujer. «De todas las mujeres procesadas, el 37% fueron condenadas. De estas, el 15% por aborto consentido y propio, y el 22% por homicidio agraviado, tentado o culposo», se puede leer en el informe.

Ante este escenario, Morena Herrera y las organizaciones con quienes participa y trabaja lo tienen claro: «Tenemos que continuar luchando para cambiar la ley, cambiar el imaginario social y desterrar la condena social que acompaña el aborto. Se trata de la libertad de las mujeres».

El Salvador, condenado

A finales de noviembre del 2021, el Tribunal Interamericano de los Derechos Humanos (CIDH)condenó a El Salvador por haber encarcelado a una mujer, Manuela, que había sufrido un aborto espontáneo. «Por las violaciones a la libertad personal, las garantías judiciales, la igualdad ante la ley, el derecho a la vida, a la integridad personal, a la vida privada, y a la salud, en perjuicio de Manuela, así como la violación al derecho a la integridad personal, en perjuicio de los familiares de Manuela», se puede leer en la sentencia, que marca un antes y un después porque crea un antecedente en el reconocimiento de los derechos de las mujeres en el país. «La prisión preventiva de Manuela fue arbitraria y viola el derecho a la presunción de inocencia. Su detención provisional no estuvo bastante motivada y se basa en una legislación contraria a la Convención Americana«.

Manuela, nombre ficticio, era una mujer de pocos recursos económicos, analfabeta y procedente del entorno rural. En 2008 abortó de manera espontánea en casa y a causa de la hemorragia, tuvo que ir al hospital. La médica que la atendió la denunció. Cuando la policía llegó a casa de Manuela y encontró el feto, la detuvieron y fue condenada a treinta años de prisión por homicidio agravado. En 2010 murió a causa de un cáncer linfático que se le había detectado y que no había sido diagnosticado a tiempo.

Entrevista a Morena Herrera

¿Cuándo empieza su activismo a favor de las mujeres y por la despenalización del aborto?

En 1992, cuando se firmaron los Acuerdos de Paz. Me di cuenta de que estos no contemplaban los derechos de las mujeres de El Salvador. Yo lo había creído, pero aquella noche me di cuenta que a las mujeres salvadoreñas nos estaban robando el derecho a la presunción de inocencia y a la seguridad jurídica. De hecho, en 1990 había fundado con compañeras Las Dignas y había asistido a un encuentro feminista latinoamericano del Caribe. Ya en aquel encuentro se habló sobre la despenalización del aborto.

¿Qué pasó en 1997?

Cambió el Código Penal. Cuando entró en vigencia, protestamos activamente, pero también hubo mucho silencio fruto de la autocensura. En aquel Código Penal se contemplaba el delito de “inducción al aborto”. Este punto no es demasiado claro y su interpretación puede ser muy amplia. Esto hizo que muchas organizaciones y asociaciones se silenciaran, así como muchas compañeras feministas.

¿Qué papel juega la educación en materia de salud sexual y reproductiva?

Juega un papel fundamental. De hecho, la salud sexual y reproductiva también forma parte de nuestros ejes de trabajo. Acompañamos procesos de educación sexual integral en las escuelas y en otros espacios extraescolares. También hacemos énfasis en la formación de docentes, puesto que tienen un papel muy importante en las aulas.

Sorprende la actitud del personal médico respecto al aborto. La gran mayoría de denuncias hacia mujeres que han abortado se produce desde los hospitales.

El personal médico no tiene certeza jurídica ante la mayoría de casos y los médicos tienen miedo de ser señalados como encubridores de un delito. Muchos de los profesionales prefieren denunciar y no arriesgarse. Se tiene que regular el secreto profesional.

Además de estar penado por la ley, el aborto en El Salvador provoca un profundo estigma social.

En este país, el problema respecto a este tema es que la gente escucha la palabra «aborto» y automáticamente piensa en que se está cometiendo un crimen, un pecado. Por eso es fundamental cambiar el imaginario colectivo. El aborto se tiene que ver como una cuestión de democracia, de justicia social y de salud individual y comunitaria. Se tiene que entender la complejidad del tema y que la decisión de las mujeres es completamente legítima. Todas las mujeres tienen que ser respetadas sea cual sea la decisión que tomen, y la sociedad no puede actuar como juez. Tenemos que respetar a las mujeres como sujetos morales acreditados para tomar sus propias decisiones.

Algunas son acusadas incluso cuando sufren un aborto involuntario.

Esto está vinculado a la idea de que el destino principal de las mujeres consiste en ser madres y de la creencia de la voluntad de serlo.

¿Tiene relación, ser de derechas o izquierdas?

Hay personas de derechas que consideran que esta situación tiene que cambiar y hay personas de izquierdas que no son bastante consecuentes en la hora de apoyar estas demandas de las mujeres. Al final, es un tema de derechos humanos, no de colores políticos. Es un problema en el cual todos y todas tenemos responsabilidad. Porque los hombres también son responsables de los embarazos. Es por eso que también apostamos por incorporar los hombres y los adolescentes de manera activa en la educación sexual.

El año pasado presentasteis una propuesta para la despenalización,pero el Parlamento la archivó. Proponíais la despenalización del aborto en caso de violación, cuando la salud de la madre corriera riesgo y por malformaciones del feto.

Sí, no se llegó a discutir en el plenario. Había algunas diputadas de izquierda comprometidas, pero después tuvieron dificultades con sus partidos. El año pasado también presentamos la reforma Beatriz, y este año presentaremos otra.

Solo en estos tres casos.

Yo pienso que El Salvador es un país que todavía no está preparado para despenalizar el aborto en todos los casos, por eso estamos llevando a cabo un litigio estratégico, vamos paso a paso.

Estáis trabajando para que el Tribunal Interamericano de los Derechos Humanos condene a El Salvador por el caso Beatriz. ¿Quién fue Beatriz?

El 2013, Beatriz tenía 22 y ya había tenido un niño. Ella tenía una enfermedad crónica y un embarazo problemático, porque había una malformación del feto, una anomalía encefálica. Para no repetir la experiencia del parto anterior y porque realmente su vida estaba en peligro, pidió una interrupción del embarazo. Hasta quince médicos especialistas recomendaron esta interrupción. El caso se llevó hasta el Tribunal Interamericano de los Derechos Humanos, que también aprobó el caso. A pesar de que se propició el marco jurídico necesario, la hicieron esperar hasta la 26.ª semana de embarazo. Finalmente, le aplicaron un procedimiento por cesárea y no se consideró aborto. El sufrimiento de Beatriz fue muy alto y ella murió en 2017 a causa de una salud que había quedado muy deteriorada.

¿Qué se ha hecho o se está haciendo?

Ella no quería que otras mujeres tuvieran que pasar por lo que pasó ella, y es por este motivo que, en su representación, presentamos una demanda ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Recientemente, la Comisión ha enviado al Tribunal Interamericano de los Derechos Humanos, puesto que se considera que El Salvador incumplió la ley. Veremos qué pasa, pero tenemos esperanza.

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