Hassanna Aalia

Protesta no violenta contra la ocupación
Sáhara Occidental

Nació hace poco más de treinta años en El Aaiún, la ciudad más importante de los territorios ocupados del Sáhara Occidental. En mayo de 2005, en el marco de las movilizaciones contra la ocupación marroquí que tuvieron lugar en El Aaiún y otras ciudades, se empezó a involucrar en la lucha por los derechos del pueblo saharaui. Era todavía un adolescente.

Desde entonces, su compromiso le ha costado más de una quincena de detenciones; la primera vez, en octubre de 2005. Aalia ha desarrollado su activismo a través de numerosas asociaciones y grupos que luchan de forma pacífica en los territorios ocupados. Su objetivo ha sido, y sigue siendo, «denunciar las graves violaciones de derechos humanos y romper el bloqueo informativo que ejerce el ocupante marroquí», explica el activista.

En su trayectoria supuso un punto de inflexión la participación en el campamento de Gdeim Izik, en otoño de 2010. Tras el violento desmantelamiento de la protesta, consiguió escaparse y esconderse en casa de un amigo en El Aaiún durante dos meses. En enero de 2011 decidió salir para ir a visitar a la familia, pero fue detenido. Fue torturado durante tres días y condenado a cuatro meses de prisión sin ejecución.

No entró en prisión, sino que quedó en libertad provisional y, a partir de ese momento, entró y salió del país en varias ocasiones. En octubre de 2011 salió del Sáhara Occidental por última vez, en dirección al País Vasco, para participar en un proyecto con activistas de los territorios ocupados.

En enero de 2012 pidió protección internacional al gobierno español, y en febrero de 2013 fue condenado, en rebeldía, a cadena perpetua por un tribunal militar marroquí. Sin embargo, el gobierno español denegó el asilo a Aalia en enero de 2015, en una clara muestra, según denuncia el activista, del apoyo que España continúa dando a la ocupación marroquí. Finalmente, en octubre de 2016 la Audiencia Nacional le reconoció el estatus de refugiado, revocando así la decisión de denegación tomada por la Oficina de Asilo y Refugio respecto a su solicitud de protección internacional.

A día de hoy, Aalia continúa luchando desde el País Vasco en la defensa de los derechos de su pueblo. Participa en varias campañas y desarrolla una labor de coordinación de diferentes asociaciones y ONG. Además, trabaja junto con otros saharauis para hacer incidencia en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Entrevista a Hassanna Aalia

Comienzas tu lucha por los derechos del pueblo saharaui siendo aún adolescente.

Cualquier criatura que nazca en los territorios ocupados por Marruecos es consciente de que vive en un país ocupado. Cuando éramos niños, siempre teníamos muchas preguntas: ¿Por qué tenemos una cultura diferente a la marroquí? ¿Por qué hay tanto bloqueo militar en nuestras ciudades? ¿Por qué los maestros nos tratan de manera diferente? ¿Por qué parte de nuestra familia está en campamentos de refugiados? ¿Por qué no los podemos ver, como el resto de familias? Por ejemplo, las familias marroquíes se unen durante sus fiestas, pero a nosotros siempre nos falta alguien. Cuando hacíamos estas preguntas a nuestros padres, tenían miedo de contestarnos, y eso nos llevaba a querer saber más e investigar.
Me involucré finalmente en 2005. Estudiaba en un instituto en El Aaiún cuando, en el mes de mayo, se inició un nuevo levantamiento pacífico. Los militares marroquíes entraron en muchas casas de saharauis y torturaron y maltrataron a mujeres y niños. Y nosotros, como estudiantes, organizamos una concentración y un apoyo a estas familias. Aquí comencé una larga historia de detenciones y torturas.

¿Cómo fue tu experiencia en Gdeim Izik?

Fue increíble, nunca lo podré olvidar. Por primera vez, los saharauis conseguimos vivir entre nosotros, bajo nuestras jaimas. Las jaimas son muy importantes en nuestra cultura, que es atacada diariamente en los territorios ocupados. Gdeim Izik supuso un antes y un después, no sólo para mí, sino también para la lucha del pueblo saharaui. Conseguimos enviar un mensaje muy claro al ocupante marroquí: somos un pueblo organizado. Con telas organizamos una de las mayores protestas de nuestra historia. Y también enviamos un mensaje a muchos pueblos, a muchas personas que pueden levantarse para conseguir sus derechos sociales y políticos.

Varias voces apuntan a que Gdeim Izik fue la chispa de las Primaveras Árabes.

Sí, por ejemplo, Noam Chomsky afirmó que las Primaveras Árabes comenzaron en el Sáhara Occidental. Después de Gdeim Izik, viajé dos veces a España. La segunda fue en octubre de 2011, cuando ya me quedé, pero también había venido en marzo por un período de tres meses. A la vuelta, tenía una larga escala en Madrid y me enteré de que había una protesta en la Plaza del Sol, y fui. Y allí me encontré gente con jaimas ocupando toda la plaza. Y pensé: qué bien que el campamento de Gdeim Izik aún no se ha terminado, todavía existe en otros lugares y en otros pueblos que se levantan.

¿Qué responsabilidad tiene España en las vulneraciones de derechos humanos que sufre el pueblo saharaui?

El gobierno de España es responsable, junto con Marruecos, de nuestro sufrimiento. Ahora, muchos políticos de España quieren convertir la causa del pueblo saharaui en una causa humanitaria y, de hecho, hay mucha ayuda humanitaria por parte del Estado.

Pero el pueblo saharaui lo que necesita es apoyo político para acabar con la ocupación ilegal que Marruecos hace de su territorio.

Cuando te reconocieron el estatuto de refugiado, dijiste que lo celebrarías «cuando todos los presos y refugiados saharauis sean libres». ¿Cómo es la situación de los presos saharauis?

A día de hoy* tenemos más de 70 presos políticos. Están en varias cárceles marroquíes, y también en la Cárcel Negra, en El Aaiún. Debido a la tortura y a los malos tratos, los presos políticos tienen muchas enfermedades. El año pasado murió un compañero del grupo de Gdeim Izik, Mohammed El Ayoubi, que había sufrido diversas torturas, incluida la violencia sexual. A muchos de los presos políticos no les dejan estudiar y les niegan la asistencia sanitaria. También tienen problemas para ver a las familias, ya sea porque les niegan las visitas o porque les aprisionan muy lejos del lugar donde viven los familiares. Los presos saharauis han iniciado muchas huelgas de hambre durante estos años para reclamar sus derechos. De momento, no han conseguido nada, pero continúan luchando dentro de las cárceles marroquíes.

¿Cuáles son las perspectivas de futuro de la lucha saharaui?

Necesitamos una estrategia que no pase por convertir nuestra causa en humanitaria. Lo más importante es el trabajo político. Por ello, denunciamos las graves violaciones de derechos humanos que sufre el pueblo saharaui y estamos trabajando en nuevas campañas internacionales contra el robo de nuestros recursos naturales, sobre todo los fosfatos y los recursos marítimos. Con estas campañas hemos conseguido que muchas empresas europeas, latinas y de otros países salgan del territorio del Sáhara Occidental. El Tribunal de la Unión Europea (UE) ha dictaminado claramente que el Sáhara Occidental no es Marruecos, y por tanto la UE no debería poder firmar acuerdos que incluyan las aguas de este territorio. Pero la semana pasada, desgraciadamente, volvimos a comprobar que los intereses están por encima de los derechos, ya que se ha firmado un acuerdo de pesca que incluye las aguas del Sáhara Occidental.

¿Qué esperáis del movimiento de solidaridad internacional?

Evidentemente es importante continuar apoyando a los campamentos de refugiados, pero el objetivo es que podamos conseguir la libertad en nuestro territorio. Hay que presionar al gobierno de España y de otros estados para que, a su vez, presionen a Marruecos para que salga del Sáhara Occidental.

* Esta entrevista se realizó el 20 de febrero de 2019.

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