Spitou Mendy

Derechos de las personas migrantes. Derechos laborales.
España
Sindicato Andaluz Trabajadores (SAT). Sindicato de Obreros del Campo (SOC).

Llegó a Almería en 2001. Venía de Senegal, dónde había estudiado Filología Hispanoamericana en la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar y había trabajado durante más de una década como profesor de idiomas y literatura. Fue a parar a La Mojonera, un pueblo almeriense de menos de 10.000 habitantes rodeado de cultivos de invernadero. Al momento empezaría a implicarse en las luchas sindicales que reclamaban el respeto de los derechos de los trabajadores y trabajadoras del campo.

Durante prácticamente cinco años fue obrero del campo de Almería. Trabajó en la siembra, recolección y acondicionamiento de frutas y verduras. Por lo tanto, conoce de primera mano que pasa en el mar de plástico de Andalucía. En este periodo, en 2004, consiguió regularizarse y eso le permitió desplazarse durante seis meses a Lanzarote para trabajar en el sector de la construcción.

En 2006 fue designado portavoz territorial de Almería del Sindicato de Obreros del Campo –Sindicato Andaluz de Trabajadores (SOC-SAT). Desde entonces y hasta 2017 trabajaría en el marco del SOC-SAT en la defensa de los derechos sociales y laborales de los y las obreras del campo de Almería. Participó en negociaciones con empresas, impartió formaciones, realizó acompañamientos a inmigrantes en su relación con las instituciones y trabajó como representante del sindicato en las relaciones internacionales de la organización.

Aunque ha tenido que afrontar dificultades durante todos estos años, Mendy habla de su tierra de adopción con palabras dulces. “A veces nos cuesta decir por qué nos hemos enamorado de una persona”, responde cuando se le pregunta por qué le gusta tanto Almería

Entrevista a Spitou Mendy

¿Cómo fue la llegada a España?

Llegué a La Mojonera, un pueblo dónde tenía unos primos, y fue muy impactante. El pueblo estaba envuelto de invernaderos y todo olía a vegetación, hasta el lavabo. El brutal calor de agosto era sofocante. Intenté adaptarme e ir a trabajar inmediatamente para poder pagar el viaje y mantener a la familia que acababa de dejar.

¿Cómo empezaste tu vinculación con el SOC-SAT?

Acababa de dejar mi cargo de secretario general del Sindicato Nacional de la Educación Privada Católica del Senegal (SNECS) de la diócesis de Dakar. Era una organización fuerte, con más de 2.000 afiliados y afiliadas. En La Mojonera, aunque estaba con primos y paisanos, me sentí solo y salí a buscar alguna cosa para llenar mi tiempo libre. En la biblioteca me encontré un cartel que convocaba a una Asamblea General de obreras y obreros del campo. Era el mes de noviembre de 2001, y desde entonces empecé a ayudar en tareas de traducción. En 2006, los y las compañeras me dieron su confianza para ser el portavoz territorial en Almería.

¿Qué papel tienes ahora en el SOC-SAT?

Actualmente, nada importante. Después de tantos años, te agotas. El SOC-SAT de Almería es muy complejo. Los obreros y obreras aquí con personas extranjeras con problemas de comunicación, administrativos… y con muchos obstáculos. Desde setiembre del año pasado otra persona con más energía me ha relevado. Yo les acompaño y ayudo cada vez que me necesitan.

¿Cuáles son las principales dificultades con las que se encuentran las personas que trabajan en el campo de Almería?

No se les concede el estatuto de los trabajadores y trabajadoras ni se les respetan los convenios. Muchas veces hay trabajo ilegal, sin contrato ni cotizaciones. Y hay mucho miedo a la deportación, la gente no se atreve a ser protagonista de sus luchas.

¿Qué hacen las instituciones frente los abusos?

La Inspección de Trabajo no tiene suficientes efectivos para vigilar las irregularidades del campo. También creemos que a veces hay complicidades, por ejemplo, cuando el subdelegado sale a defender a los agricultores si nosotros les criticamos.

¿La sociedad española es consciente de lo que pasa en los invernaderos de Almería?

No, e incluso en Almería hay un gran desconocimiento de la realidad de los invernaderos.

Afirmas que has intentado integrarte, pero crees que la pobreza te diferencia del resto. ¿Hablamos sólo de pobreza o también de racismo?

Hablamos de las dos cosas. He trabajado desde que era niño, pero en Senegal solo tengo 13 años cotizados y en España 7. Después de 18 años en España sigo siendo un extranjero, con menos derechos y con miradas hostiles. Tengo miedo cuando los vecinos, por intereses capitalistas, me tachan de enemigo de la provincia. Mi tarea es reguladora en una sociedad que ha perdido el alma y el corazón. Tengo miedo cuando desde las plataformas vecinales me pidan que me vaya o que vuelva a mi país si no estoy contento. En definitiva, tengo miedo cuando los regidores o alcaldes de determinados municipios no me saludan por el papel que desarrollo en una sociedad democrática.

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