En 2011, Al-Khawaja participó en las protestes que marcaron la llegada de la Primavera Árabe en Baréin. Poco después, fue detenido a golpes y condenado a cadena perpetua por un tribunal militar. En la prisión, ha sufrido graves tortures y maltratos. Ha llevado a cabo diversas vagas de hambre, en protesta por su situación y por las abusivas condiciones que se viven en la prisión de Jaw.
El intento de silenciar a Abdulhadi Al-Khawaja refleja un patrón sistmático de represión contra cualquier expresión disidente o de protesta. Como denuncia Human Rights Watch, las autoridades han prohibido el funcionamiento de cualquier medio de comunicación independiente en el país, han disuelto todos los grupos de oposición y continúan deteniendo y condenando activistas y periodistas.
La reciente muerte del primer ministro, Khalifa bin Salman Al Khalifa, que ha gobernado con mano de hierro las últimas cinco décadas, genera pocas expectativas de cambio.