El activismo de Tohti ha sido reconocido con destacados premios internacionales, entre los cuales se encuentran el Martin Ennals (2016), el Václav Havel (2019) y el Sàkharov (2019).
El intento de silenciarlo, como apuntan desde el Servicio de Estudios del Parlamento Europeo, responde al endurecimiento de la política china en relación al abordaje del extremismo religioso, el separatismo étnico y el terrorismo. Una estrategia en la que se ha acabado entendiendo la identidad uigur como una amenaza para la seguridad nacional.
En consecuencia, en Xinjiang se ha instalado un sofisticado e intrusivo sistema de vigilancia y represión policial. Se calcula que alrededor de un millón de personas de etnia uigur y de otras minorías están detenidas en campos de internamiento masivo y adoctrinamiento, mal denominados centros de “formación profesional”. En palabras de la hija de Ilham Tohti, Jewher Ilham, “ser uigur hoy en día significa no poder contactar como mínimo con una persona de tu familia”.