Ahmed Tobasi

Derecho a la paz. Derechos civiles y políticos. Libertad de expresión y opinión. Personas refugiadas.
Palestina
Teatro de la Libertad
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Ahmed Tobasi es palestino y vive en el campo de refugiados de Yenín, en el norte de Cisjordania. Interesado desde pequeño en el arte y la cultura, concretamente el teatro, en la actualidad trabaja como director artístico del Teatro de la Libertad. En 2002, cuando tenía 17 años, Tobasi entró en prisión y también allí dinamizó algunos proyectos teatrales, «fue entonces cuando descubrí el poder de la cultura», explica. Cuando salió de la cárcel, se unió al Teatro de la Libertad y en 2008 se fue a estudiar dramaturgia a Noruega, país en el que vivió durante tres años. Al principio, durante algunos años, en el Teatro de la Libertad, Ahmed Tobasi se encargó de la coordinación de los programas infantiles y juveniles; pero desde 2020 trabaja como su director artístico.

El Teatro de la Libertad, una puerta abierta para soñar

Si bien el Teatro de la Libertad fue fundado en 2006, para conocer sus orígenes, hay que remontarse a 1953, cuando la activista palestina Arna Mer Khamis empezó a dinamizar a la comunidad del campo de refugiados de Yenín, donde se ubica la iniciativa. En 2002 se puso en marcha una iniciativa similar que llevaba como nombre Stone Theatre, pero las instalaciones quedaron destruidas después de un ataque israelí. Años más tarde, en 2006, el hijo de Arna Mer Khamis, Juliano Mer Khamis, confundó el Teatro de la Libertad. Juliano murió asesinado por el ejército israelí a las puertas del teatro en abril de 2011.

El objetivo del Teatro de la Libertad es luchar a través de la resistencia cultural y promover el teatro como herramienta para deconstruir la realidad opresiva que se vive en el día a día en el campo de refugiados de Yenín. «La propaganda de Occidente y de Israel ha deshumanizado a los palestinos. Los israelíes nos han robado el arte, el teatro, nuestra comida, nuestra kufiya, nuestras tradiciones, nuestros mapas y nuestra identidad. Y lo quieren borrar. Han usado todos medios que tenían para cambiar nuestra identidad y nuestra historia. Y nosotros estamos en nuestro derecho a contraatacar, a resistir de cualquier forma posible. En el Teatro de la Libertad creemos que al tercera intifada será cultural y artística. Queremos resistir a través del arte y la cultura. Porque no hay una única forma de resistir: los estudiantes resisten mientras estudian en la escuela; el maestro resiste mientras enseña a los estudiantes. En el Teatro de la Libertad creemos que la resistencia cultural es nuestra única forma de resistir esta ocupación», explica Tobasi.

Trabajar desde la resistencia cultural y el teatro, sin embargo, no significa adoptar una postura romántica sobre lo que sucede en los territorios palestinos: «La ocupación destruye todo los sueños y hace que la realidad en los campos sea miserable. Apenas existen áreas de juego para los niños y niñas; por eso no pueden tener una vida normal. Lo único que podemos hacer es continuar promoviendo el teatro para que puedan tener un espacio en el que sentirse seguros y en el que puedan soñar y buscar una realidad diferente; un sitio en el que puedan olvidar momentáneamente su realidad. En el Teatro de la Libertad hacemos todo lo posible para que puedan expresarse, para que puedan hablar sobre sus sentimientos, sus miedos y sus sueños. Esa es la única manera en que podemos ayudarlos: mediante los talleres de teatro, el campamento de verano, la terapia del drama, etcétera», concluye el defensor.

El último ataque al Teatro de la Libertad se produjo el pasado 12 de diciembre, dos meses después del inicio de la guerra en la Franja de Gaza. Ese día, fuerzas del ejército israelí entraron en las instalaciones del centro y lo destrozaron todo. Ese no fue su único objetivo: la casa de Ahmed Tobasi y otros puntos del campo de refugiados de Yenín fueron vandalizados durante la invasión de tres días que las fuerzas israelíes llevaron a cabo. Es el peor ataque que se produce en el territorio desde 2002. Ese día, Ahmed Tobasi fue atacado, golpeado y detenido durante 24 horas. Su casa quedó en ruinas. Su compañero Mustafa Sheta, productor del Teatro de la Libertad, también fue detenido y continúa en prisión. Su juicio se llevó a cabo por un tribunal militar a puerta cerrada, sin ninguna garantía.

Hasta el momento, el Teatro de la Libertad ha producido más de 25 obras de teatro y ha formado a actores y actrices, directores/as, fotógrafos/as y otros profesionales vinculados con el mundo teatral. Se trata de unas de las iniciativas culturales más importantes en Palestina. Sus producciones se han podido ver en diferentes comunidades en la Palestina ocupada y también en el extranjero.

Vulneración de los derechos humanos en Cisjordania

Si bien el Teatro de la Libertad fue fundado en 2006, para conocer sus orígenes, hay que remontarse a 1953, cuando la activista palestina Arna Mer Khamis empezó a dinamizar a la comunidad del campo de refugiados de Yenín, donde se ubica la iniciativa. En 2002 se puso en marcha una iniciativa similar que llevaba como nombre Stone Theatre, pero las instalaciones quedaron destruidas después de un ataque israelí. Años más tarde, en 2006, el hijo de Arna Mer Khamis, Juliano Mer Khamis, confundó el Teatro de la Libertad. Juliano murió asesinado por el ejército israelí a las puertas del teatro en abril de 2011.

Desde el 7 de octubre, el ejército israelí ha restringido el movimiento de la población palestina en Cisjordania, (lo que ha obligado a cerrar escuelas y otras infraestructuras básicas), ha perpetrado numerosos ataques en los que han resultado muertos civiles palestinos, se han destruido instalaciones, la violencia se ha intensificado en todas sus maneras con la excusa de la guerra en Gaza, se han multiplicado los asentamientos ilegales por parte de colonos israelíes y se han producido miles de detenciones arbitrarias.

Por otra parte, la situación de la Franja de Gaza desde el 7 de octubre es de sobras conocida: ataques indiscriminados por parte del ejército israelí a la población gazatí, destrucción de hospitales, asesinatos arbitrarios, castigos colectivos y denegación de la entrada de ayuda humanitaria, entre otros. En el momento en el que se escriben estas líneas, se calcula que han muerto casi 38.000 personas, de las cuales 14.000 son niños y niñas, según los datos que maneja UNICEF. 9 de cada 10 gazatíes han tenido que desplazarse internamente a causa de los ataques, al tiempo que la frontera con Egipto continúa cerrada. Sin embargo, en un informe reciente de The Lancet se estima que los muertos podrían ascender hasta 186.000: «De las 37.396 muertes reportadas, no es inverosímil estimar que hasta 186.000 o incluso más muertes podrían ser atribuibles al conflicto actual en Gaza. Usando la estimación de población de la Franja de Gaza de 2022 de 2.375.259, esto se traduciría en el 7,9% de la población total de la Franja de Gaza».

Entrevista a Ahmed Tobasi

Respecto a la guerra en Gaza, ha habido movilizaciones alrededor del mundo, pero aparte de en las universidades, no se ha producido una movilización masiva.

Para nosotros eso supone una gran decepción y estamos en estado de shock, pero al mismo tiempo creo que es bueno que los palestinos hayamos entendido finalmente que todas las promesas [de los países occidentales] no son más que mentiras. La moral occidental y europea es falsa. Las máscaras han caído, la humanidad es una gran mentira, así como la democracia. Queda claro que la mentalidad colonizadora no ha desaparecido. La UNESCO, Amnistía [Internacional], Naciones Unidas, la Corte Penal Internacional… no hacen nada, todo está en manos de Estados Unidos y del movimiento sionista. Ellos deciden quién es delincuente y quién no; quién es el bueno y quién es el malo. ¿Es discutible lo que sucede en Palestina contra los palestinos? Mueren jóvenes, niños; hay desplazamientos y destrucción. Miles de personas muertas. ¿Quién puede detener a Israel? ¿Quién puede detener a Estados Unidos? ¿Quién puede detener a Occidente? Nadie. Y eso es la gran crisis que vive esta humanidad; pero es la realidad y no se puede hacer nada. Hay un doble rasero y hay quien decide cuándo unos valores son válidos y cuándo no. Como palestinos, no contamos con el apoyo de nadie.

Pero sí que hay gente que sale a la calle a protestar.

Pero no es suficiente para cambiar la realidad. ¡Si ni siquiera el pueblo árabe está luchando por Palestina! Y ya no se trata de Palestina, sino de la humanidad. Vivimos [inmersos] en un círculo de violencia y colonización que salpicará a otros países. Hay muchos lugares en guerra y zonas de conflicto en todo el mundo, pero los palestinos sufrimos la ocupación israelí, que es culpa de Occidente. Salimos en la televisión porque nos mata el ejército de Israel, pero también hay guerra en Afganistán, en Yemen, en Sudán, en África, en América del Sur, en Asia. Muchos lugares y comunidades están en guerra y sufriendo genocidios. Y a nadie le importa. Como palestino sé que el Estado de Israel no se detendrá hasta que acabe con nosotros. Es su plan, así que la única opción que nos queda es mantenernos con vida y permanecer en nuestra tierra. Y si morimos, hacerlo en nuestra tierra. No confiamos en los estadounidenses, ni en los europeos, ni en los israelíes.

¿Cómo es la vida cotidiana en el campo de refugiados de Yenín? ¿Cómo es para los niños y niñas?

VVivir en Yenín es vivir en la incertidumbre de no saber qué va a pasar. Los niños de ahora están creciendo con la invasión: entras la bombas y los disparos. Tendrán traumas. Todos los palestinos los tenemos. Tengo miedo de saber cómo será el futuro de estos niños palestinos. Por otra parte, no hay que olvidar que los niños y niñas son habitualmente el objetivo de los francotiradores israelíes. En Yenín estamos muy cansados y tendremos mucho trabajo de terapia con estos niños. Y ya no hablo de la invasión: nos están torturando psicológicamente. Crecí durante la primera intifada, viendo al ejército [israelí] entrando cada dos por tres en mi casa. Mi padre estaba en la cárcel. Vi cómo el ejército arrestó a nuestros vecinos, mataron a algunos de mis primos. La segunda intifada me pilló siendo adolescente; sin entender qué estaba pasando. Me levanté para defender a mi gente y mi hogar y me encarcelaron durante cuatro años. Y así es cómo se vive. Los israelíes lo deciden todo; ellos tienen su propia ley en cuanto a nosotros. Yo me tuve que ir a estudiar a Noruega. Creces con el toque de queda, viendo el miedo en tu familia cuando el ejército entra en tu casa por la noche. Con el miedo a la invasión, a ser arrestado. Los israelíes controlan y deciden tu vida.

En abril de 2011 fue asesinado Juliano Mer Khamis, cofundador del Teatro de la Libertad. Lo mataron a las puertas del teatro por su trabajo al frente del proyecto y sus ideas políticas.

Ellos (el Gobierno de Israel) quieren que todo esto desaparezca. Somos el único teatro en Yenín y en la región, la única infraestructura dándole luz y color a este lugar, porque todo está cerrado. Para mí no hay elección y sé que tenemos que continuar y mantener el teatro abierto, a sabiendas de que cada día que cruzo la calle pongo en riesgo mi vida. ¿Por qué mataron a Juliano? Porque hablaba con la comunidad sobre temas políticos, sobre la ocupación y sobre la corrupción. Pensaron que matando a Juliano el Teatro desaparecería; pero no fue así, porque el Teatro es una idea y un derecho. Y aunque me maten a mí, el Teatro continuará. Tenemos derechos y ni un tanque ni un bulldozer nos detendrán: continuaremos soñando y trabajando para alcanzar nuestra libertad.

El pasado mes de diciembre, tras la invasión por parte de Israel a la Franja de Gaza, el Teatro fue atacado. Tú fuiste golpeado y detenido durante 24 horas y Mustafa Sheta, el productor del teatro, continúa en prisión. No sabéis nada de él. De hecho, su juicio se llevó a cabo por un tribunal militar a puerta cerrada, sin garantías. ¿Cómo es posible vivir constantemente en peligro?

No podemos continuar con nuestro trabajo. A veces, incluso ensayamos cuando se está produciendo un ataque, pero claro siempre existe el miedo. No tenemos planes de evacuación. Desde que hubo el ataque llevamos a cabo los talleres de teatro fuera del campamento, porque tenemos miedo de las represalias israelíes, que pueden sorprendernos en cualquier momento. El problema en Yenín es que no sabes nunca qué va a suceder. No podemos relajarnos, no podemos planificar, ni para ahora ni para mañana. Ni siquiera podemos arreglar el Teatro porque cada vez que lo arreglamos, nos atacan de nuevo y lo destruyen. Trabajar así resulta difícil; y también vivir. Por otra parte, hemos intentado continuar con los talleres y el campamento de verano para los niños y niñas. También sigue funcionando la escuela de teatro; aunque con actividades en línea. Y tenemos otro problema: ahora mismo tendríamos que estar en un festival de teatro juvenil en Alemania, pero nos han denegado las visas. Ya no nos las dan. Es una locura. Los israelíes pueden viajar a donde quieran sin ni siquiera tener visa. Esto son cosas que no entiendo. Luego está el tema de la censura a los artistas palestinos, que se ha endurecido. Se está produciendo un genocidio contra la cultura palestina.

 

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