Dora Muñoz

Derechos de los pueblos indígenas. Derechos medioambientales.
Colombia
Grupo de comunicadores indígenas “We’jxia Kaa’senxi”

Dora Muñoz (Corinto, región del Cauca, Colombia, 1977) es una comunicadora indígena perteneciente al Pueblo Nasa de la región del Cauca, en Colombia. Desde hace más de veinte años trabaja en la producción de contenidos comunicativos indígenas para denunciar y dar visibilidad a las diferentes problemáticas y vulneración de derechos a las que se enfrenta este pueblo ancestral; entre ellas la persecución, el reclutamiento forzado de jóvenes por parte de diferentes grupos armados y el asesinato de líderes indígenas. La activista, que forma parte del grupo de comunicadores indígenas “We’jxia Kaa’senxi” y ha formado parte de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca y del Consejo Regional Indígena del Cauca, también trabaja en la formación de procesos comunitarios. En el momento en que se escriben estas líneas, Dora Muñoz vive en Barcelona desde hace un par de meses, acogida por el Programa Catalán de Protección de Defensores y Defensores de los Derechos Humanos.

La llegada se produjo porque en marzo del 2022, su esposo, dirigente indígena y defensor de los derechos humanos, fue asesinado. Tenía un cargo representativo de autoridad tradicional en el Cauca ante laAsociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca. Tras el asesinato de su marido, tomó la decisión de marcharse, junto a su hijo, que estaba estudiando en la universidad. “No nos fuimos de manera inmediata, sino que nos dimos un tiempo para estabilizarnos emocionalmente después de lo sucedido. Ahora queremos aprovechar el espacio para dar a conocer qué pasó”. Dora Muñoz explica que la justicia respecto al asesinato de su compañero no ha avanzado, y que el caso se encuentra en manos de la fiscalía colombiana. Mientras, ella y su entorno buscan apoyo en las instituciones y las organizaciones relacionadas con la justicia, la paz y los derechos humanos. Porque como ella misma indica, “no se puede hablar de paz sin justicia”.

Una vida dedicada a la comunicación

La de Dora Muñoz es una vida dedicada a la comunicación y a la formación de procesos comunitarios para empoderar y fortalecer un territorio históricamente golpeado por la guerra. La activista inició su trabajo como comunicadora en 2002 en radio Pa’yumat, de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, y desde entonces ha formado parte de diferentes iniciativas. Entiende la comunicación como una actividad tanto política como espiritual y en su discurso siempre destaca la importancia de una comunicación propia: una comunicación indígena en la que se pueda dar voz a las reivindicaciones de las comunidades y se puedan denunciar las diferentes violencias que viven. En la cosmovisión de los pueblos originarios, la espiritualidad es un elemento fundamental; y la comunicación conforma una herramienta de primer orden en esa espiritualidad. “Es a través de la comunicación que podemos transmitir nuestros saberes y prácticas de vida. Uno de los espacios donde la comunicación adquiere más importancia es en las asambleas comunitarias, que es donde se toman las decisiones más importantes. Estas asambleas son un elemento fundamental de comunicación, como la minga comunitaria (trabajo comunitario). Luego podemos hablar de la comunicación instrumental que llevamos a cabo a través de diferentes herramientas, como por ejemplo la radio, que es uno de los medios más fuertes y prácticos y que lleva más de treinta años en las comunidades”.

Para el Pueblo Nasa, es fundamental poder tener una comunicación propia, ya que los medios generalistas no suelen recoger el punto de vista y las denuncias de los pueblos originarios y, a veces, tergiversan la información o no dan el suficiente contexto como para que sea comprensible al resto de la población. Respecto a esto, la comunicadora destaca que: “Hay que buscar estrategias para que no sean los otros lo que hablen por nosotros, sino que seamos nosotros, desde los pueblos y el territorio, los que visibilicemos, denunciemos y compartamos nuestros procesos y sueños colectivos; nuestro sentir, nuestro pensar, nuestro arte, nuestra música”. Para ello, el Pueblo Nasa cuenta con unas 20 radios comunitarias indígenas. Y son estas estaciones las que dan voz a las diferentes comunidades, hacen circular la información, denuncian situaciones y desde donde se transmiten saberes ancestrales.

En estos momentos y después del asesinato de su compañero, Dora Muñoz piensa en recomponerse, y también en volver a la tierra que la vio nacer. En un futuro no demasiado lejano se ve de vuelta a casa, con su comunidad, acompañándola y caminando junto a ella en los procesos comunitarios. Tiene especial interés en continuar con su labor de formadora, ya que la considera muy importante. “Yo le apuesto al tema de la formación: esa formación desde los saberes propios, desde las dinámicas organizativas de los territorios”.

El Pueblo Nasa, comunidades en fuego cruzado

El Pueblo Nasa se encuentra diseminado por todo el territorio colombiano, pero la gran mayoría de ellos habita en el departamento del Cauca. Allí viven unos 250.000. Se trata del segundo pueblo originario con más individuos. La región del Cauca vive desde hace años sumergida en una situación de guerra y fuego cruzado entre diferentes grupos. En los últimos años y a pesar de la firma de los Acuerdos de Paz en 2016, el territorio ha visto un aumento de las amenazas contra los defensores y defensoras de los derechos humanos, incluidos líderes indígenas que defienden el territorio y sus derechos.

En la actualidad, el Pueblo Nasa del Cauca enfrenta diferentes amenazas: enfrentamientos entre diferentes grupos —disidencias de grupos armados, paramilitares, fuerzas públicas—, reclutamiento forzado de jóvenes o el desplazamiento forzado de personas y familias a causa de la violencia en el territorio. Como explica Dora Muñoz en primera persona: “Para unos somos amigos de unos, para los otros, de los otros. Nos ponen entre la espada y la pared. No sabemos nunca qué decir ni si se va a generar alguna consecuencia. Se generan confusiones en la comunidad y las amenazas por parte de unos y otros son permanentes. Por ejemplo, en el Acuerdo de paz, los programas de sustitución [dels cultius d’ús il·lícit]no fueron prácticos, y en el territorio, pocas familias se acogieron a los programas, porque no había garantías reales. Esto generó problemas porque mucha gente en las comunidades se vio involucrada en el tema del cultivo, controlado por los grupos armados. Ahí se produjeron y se continúan produciendo desequilibrios y problemas en las familias”. Otro de los problemas graves a los que tienen que hacer frente las comunidades Nasa es el reclutamiento forzado de jóvenes, a los que los diferentes grupos armados ponen al frente para que actúen como escudos.

Ante este escenario, las organizaciones indígenas tratan de mantener su fuerza y hacer el acompañamiento a las comunidades para fortalecer los planes de vida de las familias y que no sucumban al conflicto. Dora Muñoz lo tiene claro: “no podemos normalizar la muerte y el conflicto. La paz será posible cuando se garantice la justicia”. Según Indepaz, en lo que llevamos de 2023, han sido asesinados 100 líderes sociales y defensores/as de derechos humanos, de los cuales 25 pertenecen a los pueblos originarios. En el periodo mencionado también se ha asesinado a 24 excombatientes de las FARC, todos ellos firmantes del Acuerdo de Paz. Si se mira hacia atrás, la cifra adquiere una mayor dimensión: entre noviembre de 2016 y el 31 de julio de 2023 han sido asesinados 1.513 líderes y lideresas sociales y defensores de derechos humanos.

Entrevista a Dora Muñoz

El Pueblo Nasa es el segundo en población en Colombia. También es uno de los pueblos que más ha sufrido la guerra.

Somos el segundo pueblo indígena más grande; el primero es el Wayú[que representa el 20% de la població indígena a Colòmbia]], que vive en la frontera entre Venezuela y Colombia. La mayor concentración de indígenas del Poble Nasa está en el Cauca, pero también existe en otros diez departamentos. Se trata de comunidades que tuvieron que migrar del territorio a causa de la violencia, la situación socio económica o la falta de tierras, entre otros. Estamos organizados en estructuras propias. Ya hace años que nuestro territorio vive sumergido en diferentes conflictos y los que más hemos sufrido las consecuencias de esta situación hemos sido la población civil. Es por ello que siempre le hemos apostado muy fuerte al proceso de paz; y lo hemos hecho con esperanza.

Sin embargo, no todo está saliendo según lo previsto en los Acuerdos.

Sabíamos que el Acuerdo de paz tenía muchos vacíos: no tuvo en cuenta todas las demandas ni tampoco la mirada ni las necesidades de la población civil. Sin embargo, lo vivimos como un paso muy positivo y con mucha esperanza. Durante algunos meses se respiró incluso un ambiente de paz: no se escuchaban ráfagas ni bombardeos, apenas se veía la presencia de grupos armados, se podía caminar en paz, etcétera. En definitiva, se percibía un ambiente de armonía y tranquilidad. Eso duró poco tiempo y pronto empezaron a surgir otras violencias: asesinatos selectivos y el incremento de la presencia de gente extraña en los territorios relacionados con el narcotráfico. En las comunidades se empezaron a generar desarmonías, empezamos a ver el surgimiento de bandas de delincuentes y a ver grupos uniformados con diferentes distintivos. Luego se empezó a decir que el Acuerdo de paz no se estaba cumpliendo, porque no se respetaban las condiciones y no había garantías mínimas para que las personas desarrollasen actividades relacionadas con el Proceso. Además, a causa del incumplimiento de las condiciones, algún grupo disidente de las FARC volvió a tomar las armas. Se volvieron a generar disputas por el territorio y fuimos nuevamente ocupados, no solo por las FARC, sino por muchos otros grupos, como las fuerzas públicas. Reaparecieron las amenazas firmadas por diferentes grupos, entre ellos los paramilitares; también los panfletos firmados por los cárteles del narcotráfico. Uno no tiene la certeza de saber quiénes son. En algunas partes del territorio había retenes del ejército, la disidencia de las FARC, del ELN. Mucha violencia.

Tras la victoria, en junio de 2022, de Gustavo Petro, ex alcalde de Bogotá, exsenador y exguerrillero de la M-19 y Francia Márquez, afrodescendiente y activista ambientalista, en Colombia se inicia una nueva etapa. ¿Cómo vivió el Pueblo Nasa este cambio?

Desde las comunidades indígenas lo vivimos con mucha esperanza y se apostó con fuerza por este cambio. Entendemos que no todo se cambia desde el gobierno, pero tener a personas que entiendan, más empáticas y que saben las dinámicas de los procesos es, sin duda, favorable. Se apostó con esperanza y fuerza en las urnas, pero también en la proposición de cambio de estructuras políticas y leyes. En las comunidades hay mucho deseo por generar estos cambios estructurales. También lo hemos vivido con temor: no es fácil, porque la derecha conservadora, que ha estado muchísimos años en el poder, no está conforme y no se resigna. Usa todas las estrategias, mentiras y artimañas posibles para deslegitimar e impedir que todos estos cambios y propuestas avancen. Somos conscientes de todo eso y también somos conscientes de que no solo desde los gobiernos se generan los cambios. Lo importante es seguir hablando de la paz. Aunque personalmente creo que para la paz total aún queda mucho; pero es una apuesta en la que tenemos que caminar todos juntos. Lo bueno es que el gobierno actual tiene la voluntad de escuchar y de acercarse a los territorios.

¿Para usted, qué es comunicar?

Comunicar va más allá de informar, de mostrar o de contar una historia o un hecho. La comunicación tiene que buscar remover consciencias y movilizar; transformar las realidades que no nos gustan y generar acciones que transformen, tanto desde lo personal como desde lo colectivo. Ese es el papel de la comunicación.

¿Qué importancia tienen las radios comunitarias en el territorio?

La radio, en nuestro territorio, es un elemento muy importante, porque tiene mucha fuerza y una capacidad de movilización muy grande. Todas las informaciones, convocatorias y denuncias se dan a través de la radio. En el Cauca tenemos unas 20 radios indígenas comunitarias y son ellas la voz de la comunidad. Es a través de la radio que la comunidad se entera, se informa y lo más importante: nos hace llegar sus informaciones. Es el espacio que más se acerca a la comunidad. La idea, además de que la gente llegue a la radio; es que la radio llegue a la gente.

¿Y cómo usan las redes sociales?

Las redes sociales son una herramienta muy útil y asequible. Como en todos los sitios, las usan más los jóvenes que los mayores.

¿Cuál es el foco de la comunicación que se lleva a cabo desde estas radios?

Una de las cosas por las que hemos apostado es por el fortalecimiento del idioma propio, el nasa yuwe. Invitamos a la gente de las comunidades, a quienes están liderando los procesos y a los mayores. Lo bueno de la radio es que nos permite dar voz a mucha gente, y esa es su magia. También hemos apostado por la producción de contenido audiovisual y por la formación. Respecto a esto último, hemos creado escuela tulpas de comunicación, o lo que es lo mismo: espacios de comunicación en los que formamos a jóvenes y a compañeros. Se les enseñan conocimientos técnicos, cómo trabajar los contenidos, cómo escribir, cómo hacer un programa de radio, etcétera. Nos centramos en qué se quiere comunicar y cómo; cuál es el mensaje que se quiere dar. Más allá de aprender a manejar las herramientas, se enseña el sentido político de la comunicación en relación a sus contextos. Esto es clave: para poder entender la comunicación como herramienta estratégica para la verdad y la vida, hay que tener formación política. Porque si nosotros no contamos nuestra versión, los medios oficiales nunca lo harán. Nunca saldrá nuestra mirada.

En alguna ocasión ha comentado que algunos medios generalistas colombianos han contribuido al conflicto y que en muchas ocasiones las informaciones se dan sin el contexto apropiado. ¿Por qué es tan importante tener una comunicación propia? Habla de la comunicación indígena. ¿En qué consiste?

Consiste en entender y comunicar los mensajes de la naturaleza. Para nosotros, como seres Nasa y gente de la tierra, la naturaleza es un ser vivo que nos habla en todo momento. Enfocamos la comunicación más allá de los medios tecnológicos, más allá de contar, o explicar, sentimos la comunicación desde el territorio y desde la Madre Tierra. Hablamos de una comunicación espiritual, que es la que nosotros, como personas indígenas, manejamos. La naturaleza nos habla; y lo hace de distintas maneras. Nos muestra a través de la lluvia, el trueno, el arco iris. Nos da muchos mensajes y nos muestra los cambios.

¿Cómo ve el Pueblo Nasa todo lo que está ocurriendo con el planeta?

Nuestros mayores espirituales nos dicen que la Madre Tierra está enferma y que nos está pidiendo que la respetemos y la cuidemos. Nosotros hablamos de esos mensajes de la naturaleza, de los llamados naturales. La comunicación que nos está mandando la Madre Tierra, más allá de un audio, una fotografía, un texto, es un mensaje. Entender y vivenciar este tipo de comunicaciones es una estrategia tanto espiritual como política; porque estamos poniendo sobre la mesa un saber determinado. Por eso decimos que la comunicación indígena va más allá de lo tecnológico o lo instrumental. Es la comunicación que tenemos arraigada a nuestro territorio.

Entre las nuevas generaciones, ¿hay interés en esos saberes y en continuar con las tradiciones?

Precisamente es la juventud la que está impulsando muchos de los procesos dentro de la organización. Por ejemplo, el Movimiento Juvenil es histórico y ha sido un semillero de líderes. Mi compañero, asesinado hace poco, cultivó su liderazgo en valores desde este movimiento. Creo que es la juventud la que está empoderando ciertos espacios y dinámicas y es precisamente por esto que son ellos los que están en el punto de mira. Son los más agredidos, los más reclutados y a los que más asesinan. También es cierto que hay muchos jóvenes desinteresados del proceso, que no ven alternativas y que se han distanciado de la comunidad. Pero hay la esperanza de que la juventud pueda seguir abanderando estas acciones y estas dinámicas.

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