Sani Ladan

Derechos de las personas migrantes
Camerún

Sani Ladan (1995) es graduado en Relaciones Internacionales y educador social. En la actualidad trabaja en el ámbito de la incidencia política y como especialista en política exterior, seguridad, migraciones internacionales y en temas relacionados con Oriente Medio, África central y Occidental. Sani es además panafricanista, antirracista y defensor de los derechos humanos, miembro de la Asociación Elín (Ceuta) y creador del podcast «África en 1 click». En 2023 publicó La luna está en Duala (Plaza y Janés).

 

Irse de Camerún para estudiar

La historia de la migración de Sani Ladan es una historia común y peculiar al mismo tiempo. Se fue de Camerún no por una necesidad económica, sino por el deseo de estudiar fuera de su país. Como el sistema de visados es excluyente, tuvo que enfrentarse a una travesía de cuatro días por el desierto del Sahara, sin apenas comida ni bebida.

 

En su llegada a Marruecos, y como ocurre de manera generalizada en los procesos migratorios, sus derechos humanos se vieron vulnerados. Allí, estuvo un año viviendo en el monte Gurugú, un enclave conocido por las malas condiciones de vida y por los malos tratos a los que son sometidas las personas migrantes por parte de la policía marroquí. Tras intentar acceder a España a través de la valla de Melilla en diferentes ocasiones, sufrió una deportación en caliente y fue entregado de nuevo a las autoridades marroquíes.

 

Finalmente pudo entrar a nado por la playa de El Tarajal, en Ceuta, donde volvió a sufrir los abusos policiales; en esta ocasión por parte de los cuerpos de seguridad españoles. Una vez en Ceuta, fue llevado al CETI de allí, donde estuvo un año viviendo; y de ahí fue trasladado al CIE de Tarifa. Allí estuvo encerrado sesenta días y tras ese periodo le mandaron a una ONG de Almería, con la intención de que trabajase en alguno de los invernaderos de la región.

 

Sani Ladan siempre tuvo claro que su prioridad era estudiar, así que se trasladó a Córdoba y tras pasar tres meses viviendo en la calle, dos familias cordobesas le echaron una mano. Estudió en el instituto (ya que no pudo convalidar ningún estudio de su país de origen) y finalmente se graduó en Relaciones Internacionales.

 

Asegura que su futuro a largo plazo no se encuentra en España, sino en África, donde cree que puede continuar aportando y donde considera que “se va a jugar el futuro del planeta”. “Yo no salí huyendo de África; y he regresado varias veces. El regreso definitivo va a ser en África, sin ninguna duda, porque hay muchísimo por hacer. Y no quiero llegar y sentirme extranjero allí; eso sería un grave error por mi parte. Cada vez que visito el continente, sea el país que sea, me doy cuenta de que es allí”, explica. Tiene mucha esperanza en la juventud del continente, que no actúa desde el rencor, sino desde la oportunidad y el entendimiento. “El continente africano se encuentra en una nueva era. Los africanos estamos en un camino de no retorno y no daremos ni un paso atrás. Nada volverá a ser como antes y ojalá Europa lo entienda”, insiste.

 

Sani Ladan, que ha vivido un proceso migratorio en primera persona y que ahora los estudia, insiste en la importancia de que se garanticen unas vías legales para las personas que migran y que se les considere ‘sujetos de derecho’, dejando atrás las lógicas racistas de la política migratoria europea. Para él la política migratoria de los Estados tiene que ser proactiva y no reactiva; y los gobiernos, pero también la sociedad, deben asumir que las migraciones son procesos inherentes al ser humano. En sus charlas y formaciones también insiste en la necesidad de un cambio radical de narrativa respecto al continente africano, los procesos migratorios y las personas negras; por eso no le gusta hablar de tolerancia, sino en términos de derechos humanos, “porque estos son para todos, y aunque no se respeten, ahí están”.

 

La masacre en la valla de Melilla y las muertes en la playa de El Tarajal

El 24 de junio de 2022, unas 2.000 personas trataron de cruzar la frontera entre Marruecos y España a través de la valla de Melilla. En el intento, y tras la intervención de las fuerzas de seguridad tanto españolas como marroquíes, murieron 37 personas, y unas 70 siguen desaparecidas. Unas 470 personas fueron devueltas de manera ilegal a Marruecos. En palabras de Amnistía Internacional, que investigó el caso: “Durante horas, cientos de personas heridas permanecieron en el puesto fronterizo, sin recibir ningún tipo de asistencia sanitaria, y a pesar de que al menos una ambulancia de Cruz Roja estaba en la zona, no se requirió que interviniese. En el lado marroquí, las ambulancias no llegaron hasta dos horas después de todo lo sucedido. Algunas de las personas heridas permanecieron allí hasta 10 horas sin recibir ningún tipo de atención médica o sanitaria. Posteriormente, alrededor de 500 personas fueron trasladadas en autobuses a zonas remotas de Marruecos, donde las despojaron de sus posesiones y las abandonaron al borde de la carretera sin atención médica”.

 

Si bien los hechos tuvieron lugar en suelo español, el Gobierno de Pedro Sánchez no ha querido ni investigar ni asumir las responsabilidades de lo ocurrido aquél día. Sani Ladan ha investigado sobre este caso. “Cuando no hay un coste político, esas muertes se convierten en una noticia pasajera en los medios de comunicación. De hecho, se frivoliza con las cifras. Se ha frivolizado tanto hasta el punto de que esos hechos ya no le afectan a la ciudadanía, porque los medios no te están informando para concienciarte, sino que es un mero continuo bombardeo de cifras. Es importante informar, pero también es importante hacerlo dignificando esos cuerpos. Las muertes ocasionadas por las políticas migratorias se tratan en los medios como una noticia más. Esto hace que la sociedad, incluso aquella parte que está más sensibilizada con el tema, se vuelva insensible”. Para el defensor, en la masacre de Melilla no ha habido justicia, “porque nadie considera que los cuerpos negros sean merecedores de esta”.

 

Este no es el primer incidente en la frontera y los hechos de la valla de Melilla recuerdan a otras tragedias, como la que tuvo lugar en la playa de El Tarajal, en Ceuta, el 6 de febrero de 2014. Aquel día, 14 personas fallecieron (y una desapareció) cuando intentaban llegar a España a nado y fueron repelidas por los cuerpos de seguridad españoles. Otras 23 fueron devueltas de manera ilegal a Marruecos. Como en el caso de Melilla, nadie asumió responsabilidades.

Entrevista a Sani Ladan

 

Usted es educador social e internacionalista. ¿En qué ámbito está trabajando en la actualidad?

Yo me dedico a hacer investigaciones externas, ya sea en temas de gobernanza global, en temas relacionados con las migraciones o en geopolítica. He llevado a cabo diferentes trabajos de investigación en la frontera sur, en terreno o a través de informes. Lo último en lo que he participado, junto con otras investigadoras, es un informe sobre la masacre en Melilla, un trabajo de investigación que duró dos años. Estuvimos trabajando desde Marruecos y desde España con Border Forensic, que suele llevar a cabo trabajos de análisis geoespacial, cuando no hay datos de otro tipo. Se usan medios satelitales para poder determinar las violaciones de derechos humanos en la frontera. Esto lo hice como investigador externo de Irídia. Por lo que a la gobernanza global y la geopolítica respecta, estoy más enfocado en temas relacionados con África, como las relaciones France-Afrique o las relaciones de África con Europa. Hago asesorías en comisiones parlamentarias y trabajo como consultor para diferentes organizaciones.

 

¿En qué consistió la investigación de la masacre de Melilla?

En los Black Studies, la masacre de Melilla supone una continuidad de las muertes o las violencias hacia determinados cuerpos, en este caso los cuerpos negros. En este contexto de violencia, la masacre de Melilla es una de las mayores violaciones de derechos humanos de los últimos años, tanto en forma como en números. Todos hemos visto esas imágenes. Aquí hay que destacar algo importante y es que no podemos separar lo que ocurre en la frontera de la cuestión racial. A pesar de que parece que estamos buscando a los responsables, sabemos quiénes son. Esa violencia ocurrió hacia unos cuerpos que, históricamente, han sufrido violencias sin que pase absolutamente nada, sin que haya consecuencias. O sea, consideramos a esos cuerpos deshechos. Al tener esta consideración, son cuerpos que se pueden violentar. Hubo momentos en la historia en los que prácticamente se les convirtió en objetos; se comercializaron y se vendieron; y ahora se les obliga a ser cuerpos inamovibles.

 

La migración está en boca de todos los partidos políticos; tanto aquí como en el resto del mundo.

Los políticos hablan de lo que les va a dar votos, independientemente de si creen o no en el tema del que están hablando. Si algo les da rédito político, ahí van a ir. Me sorprendió mucho la encuesta del CIS de hace unos meses en la que se determinaba que la principal preocupación de la ciudadanía española era la migración. Cuando lo vi, recuerdo pensar que quizás los españoles estaban preocupados por las muertes, pero no fue así. Es irónico. Sorprende que, con todo lo que sucede en España, lo que más le preocupe a la gente sea la migración, y más desde ese punto de vista. Entonces, ¿qué va hacer un político cuando mira el CIS? […] Estamos ante una sociedad que premia al partido que tiene un discurso más duro con la migración, y eso no solo sucede en España, sino en toda Europa. Ahora estamos en esa era. Esto hace que las cifras no importen, porque detrás de esas cifras tampoco hay ni historias ni nombres. A pesar de no importar, vivimos instalados en la cultura de la cifra; y ahí es donde yo me muestro crítico con las organizaciones. Sacar la cifra es importante, pero esto tiene que venir acompañado de una incidencia política que pida responsabilidades. No podemos estar año tras año sacando cifras: si esos números no sirven para hacer incidencia, estamos ante una información frívola. De hecho, en muchas ocasiones, los que financian los informes donde aparecen esas cifras son los responsables de esas muertes.

 

En una entrevista reciente con elDiario.es decía que en España gusta “el buen negro”. Usted mismo ha sido presentado en muchas ocasiones como “un caso de éxito”. Aseguraba: “Si en 2023 presentamos a una persona de un grupo minorizado como un caso de excepción, algo falla”. ¿Cómo terminar con estas narrativas?

Yo siempre digo que hay que mirar cuál es el objetivo de estas narrativas. Si el objetivo es el clickbait, estoy en contra; pero si detrás de este relato hay un trabajo de fondo en el que luego se hace una crítica, no me parece mal. De las cosas se puede informar de muchas maneras. Hay informaciones que no abordan los problemas estructurales del sistema.

 

Antes ha mencionado que estamos ante un cambio de era. ¿Qué está pasando para que el discurso de la extrema derecha esté triunfando globalmente?

Sin riesgo de equivocarme diría que lo que está pasando es que en Occidente se están cayendo las caretas. Lo que vemos ahora es y ha sido la naturaleza de Europa durante mucho tiempo. El conservadurismo ha sido la esencia de Europa. Quitando momentos puntuales en los cuales se produjeron determinadas revoluciones… Pero pensándolo bien tampoco estas revoluciones fueron inclusivas. Solo hace falta fijarse en la Revolución francesa, la madre de las revoluciones en Europa y en el mundo occidental. Se pedía libertad, igualdad y fraternidad, al mismo tiempo que los franceses tenían a gente encadenada en otros territorios en situación de esclavitud. Esa libertad, esa igualdad y esa fraternidad nunca fueron algo universal. Sin embargo, ahora cada vez hay más gente reclamando derechos. Cuando en Occidente se han creado unos derechos y unos tratados para defenderlos, no se ha hecho pensando en algo global ni universal. Pensemos en la Convención de Ginebra de 1951, creada para los refugiados. En realidad solo estaba pensada para los refugiados europeos. Tuvieron que pasar 16 años para que se eliminaran una serie de limitaciones a través de un protocolo adicional. Actualmente vemos un cuestionamiento del statu quo por parte de diferentes movimientos, como el movimiento antirracista o LGTBQ+. Y por eso aumenta el discurso del odio: hay miedo a mover el statu quo y eso crea una reacción.

 

Dice siempre que hay que fomentar una política migratoria proactiva y no reactiva; pero el discurso antiinmigración da votos.

Sin ninguna duda. Los políticos viven de los votos; y una buena política migratoria no da votos, sino que los quita. Resulta doloroso decirlo así, pero así es. Durante el primer mandato de Pedro Sánchez él insistió y llevó a cabo la acogida del barco Aquarius, pero unos años más tarde se produjo la masacre de Melilla. En España, Vox tiene una postura radical, y el PP, para que no les llamen ‘la derechita cobarde’, cada vez se aproxima más a Vox; al mismo tiempo, el PSOE también vira hacia la derecha. Y esto sirve para todos los partidos políticos: hay quien se dijo aliado y cuando formó parte del Gobierno de coalición, en temas migratorios, decidió mirar hacia otra parte. Y esto se hizo evidente en el caso de la masacre de Melilla.

 

En ocasiones menciona el caso de Ucrania. Cuando estalló la guerra, los países europeos facilitaron una serie de vías seguras para que la población pudiese salir del país.

Los políticos europeos dieron una acogida digna a los refugiados ucranianos por un tema racial. Sin embargo, si la sociedad europea se hubiera opuesto a esta acogida, los gobiernos se lo habrían pensado dos veces. La mayoría de la sociedad europea tuvo más empatía con estos refugiados. Por eso digo que en cuestiones migratorias, es fundamental atender a las cuestiones raciales. Con el caso de Ucrania, los mismos vecinos que se manifestaban contra la apertura de centros de acogida para menores migrantes en sus barrios, salieron a buscar refugiados ucranianos con sus propios coches. La sociedad europea también tiene una responsabilidad enorme en lo que está pasando en las fronteras. Enorme.

 

España es un país racista. ¿Cómo se manifiesta ese racismo?

En la propia institución. Se dice que el Parlamento de un país es reflejo de la sociedad, pero no es así en el caso de España. Hay quien todavía piensa que España es blanca católica, apostólica y romana. ¿Cómo se constituye el Estado Español? ¿Cuándo celebra España su fiesta nacional? En España todavía se está en fase de negación.

 

Explique.

En este país han pasado cosas y no podemos hacer como si nada. Lo que tenemos ahora es el resultado de la historia; pero estamos ante un pasado que no pasa: la estructura jerárquica social está intacta: los tataranietos de los que tenían poder son los que ahora continúan teniendo el poder. En Europa no se quiere mirar al pasado porque este está manchado de sangre, por eso solo se mira hacia el futuro. Pero llega un momento en el que el resultado de esta historia te pone un espejo delante y tienes que enfrentarte a él y aceptarlo, aunque no sea agradable. Y España aún está en la fase de ‘aquí no ha pasado nada’. Y se sabe lo que pasó. El siguiente paso es reconocerlo oficialmente y luego, llevar a cabo la reparación. Si esto no se produce, llegará un momento en que los oprimidos pidan esa reparación por las malas.

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