Ramón Esono

Derecho a la libertad de información, expresión y opinión.
Guinea Ecuatorial

Es un dibujante e ilustrador comprometido con la denuncia de las vulneraciones de los derechos humanos que se producen en Guinea Ecuatorial. Autodidacta, señala entre sus influencias a Pablo Ibáñez, Quino, Manara, S. Tan, Moebius y Hergé «Después hay influencias del sitio donde cohabitas con otra gente, otros sentimientos, otros valores, otros amores y otras naturalezas, que te mantienen en la realidad que dicen que no tiene la ficción del cómic», explica el dibujante.

Su nombre de guerra, Jamón y Queso, es la expresión de un agradecimiento. Quién Esono reconoce como su «padre occidental», Pascal Lefrançois, era un francoafricano que no pronunciaba bien la erre inicial de su nombre (en lugar de Ramón, le llamaba Jamón). Lefrançois, además, decía al dibujante que él y su hijo eran como el jamón y el queso.

Esono nació en Nkoa-Nen Yebekuan (Mikomeseng-Kie Ntem), en la región continental de Guinea Ecuatorial, tocando la frontera con Camerún , en 1977. Después de pocos años se trasladó a vivir a Malabo, la capital. Allí residió hasta 2011, cuando su pareja encontró trabajo en Paraguay y él también cruzó el Atlántico.

«Las faldas me llevan hacia lo loco», bromea. En el verano de 2017, el trabajo de su compañera dio a la familia la oportunidad de trasladarse a El Salvador. Era una buena noticia, pero Esono tenía que volver a su país para gestionar la documentación necesaria.

Poco después de llegar a Guinea Ecuatorial, el 16 de setiembre de 2017 fue detenido en la calle y sin explicaciones. Pronto pareció evidente que su arresto estaba relacionado con la sátira corrosiva de Esono. El dibujante fue trasladado a la prisión de Black Beach y fue acusado de falsificación de dinero e intento de blanqueo. A finales de febrero de 2018, la falta de pruebas y la fuerte presión internacional permitieron a Esono salir de prisión. No obstante, el activista tuvo que permanecer en el país unos meses esperando obtener el pasaporte en regla que había venido a buscar. Finalmente consiguió salir de Guinea Ecuatorial en el mes de mayo.

Al largo de su trayectoria, Esono ha recibido varios premios. El último ha estado el Premio Coraje 2017 de de Cartoonists Rights Network International, un reconocimiento a su valentía frente a las amenazas que pretendían recortar su libertad de expresión. Ahora trabaja en un nuevo proyecto, 218: Empire, que prevé cerrar muy pronto.

Entrevista a Ramón Esono

¿Cómo empezaste a hacer crítica social en un país con un férreo control autoritario?

Todo empezó en La Verdad, el periódico de un partido político dónde me trajo mi cuñado para que caricaturizara el alcalde y el presidente. Lo más normal como dibujante aspirante a caricaturista crítico con el régimen era que, al final, acabara denunciando lo que vosotros llamáis «férreo control autoritario». No me gusta este control, ni aquí ni en la Conchinchina.

¿Cómo es la vida de quién no forma parte de las élites de Guinea Ecuatorial?

Guinea Ecuatorial tiene una historia que ha ayudado a amoldar las mentes de sus hijos e hijas. O te ganan, o ganas: hay un contexto de poderes muy arralados en las tradiciones. Las élites no existen como tales, hay miembros de clanes y sus anillos o círculos de poder. Esto no significa que los fang mandarán en Guinea Ecuatorial si no es que se produce un milagro. Y que a todo el mundo que no es fang, le cuesta considerarse de la élite, por más que viva la mar de bien cerca del poder institucional. Si no eres de esta élite, estás frito, en toda la extensión que pude tener la palabra para una sardina.

¿Qué hace que el humor sea una arma tan potente de denuncia y crítica social?

En mi caso, que caricaturizo siempre que puedo, es el hecho que cualquier persona, aunque no tenga estudios ni formación, pueda ver imágenes y mearse de risa. Es una risa que empieza en silencio, escondido, y que si sale del anonimato, arrebata el poder social al amo y le convierte en una especie de bufón. Para el poder, nosotros somos los bufones, y por eso ofrecemos nuestra bufonada. A cada uno nos toca vernos delante de los otros a través de burlas, pero en Guinea Ecuatorial hemos empezado por quién molesta de verdad.

Has pasado seis meses en la prisión de Black Beach. ¿Cómo son las condiciones de encarcelamiento en este centro?

Inhumanas. Pobres. Criminales. Siempre buscan humillar pensando que así controlan. De ninguna manera puede funcionar la reinserción, que supuestamente es la misión de estas cloacas humanas. Lo saben, pero les pesa más el interés particular, ése que da dinero sobre la sangre. Y que obliga a los otros a «cerrar los ojos por el bien de los tuyos». Mi caso lo cualifico de secuestro de Estado, mafia de Estado.

Tu encarcelamiento ha alzado muchas críticas entre la comunidad internacional. ¿Qué papel ha tenido la presión internacional en la resolución de tu juicio?

El mismo que tuvo el maná bíblico para la población que se benefició de él. Para mí, los milagros existen cuando vienen precedidos de una voluntad popular de no aceptarlo como válido. Se puede añadir que como dibujante tengo imágenes que han estado dando vueltas y que estoy casado con una mujer con pasaporte rojo español. Sólo me sale das las gracias, no dejaré de reconocer que he tenido apoyo cuando peor me ha ido en la vida como dibujante y activista en Guinea Ecuatorial.

¿Cómo valoras el papel de la comunidad internacional en el mantenimiento durante casi cuatro décadas del régimen de Obiang?

Le doy el mismo valor que se da a las cosas que tienen un futuro que se tiene que explicar de otra forma. A estas alturas, puedo y tengo que criticar los organismos internacionales con vehemencia porque tienen que dejar de dar apoyo al régimen y buscar a los que el régimen hace callar gracias a su apoyo. Pero pienso en altos cargos de exteriores que han dado un empujón a mi caso y tengo que agradecer más que criticar. Pero yo soy conocido, otros no tienen tanta suerte.

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