Genith Quitiaquez

Defensa de los derechos de las mujeres, las poblaciones indígenas y el medioambiente
Colombia
Coordinación Nacional de Mujeres Indígenas de Colombia (CONAMIC)
https://www.facebook.com/conamicmujeresindigenas/

Genith Quitiaquez es agrónoma y profesional de derecho propio y legislación indígena. Una activista de firmes convicciones. Con estudios de Género y Justicia Transicional en su currículum, forma parte de la Coordinación Nacional de Mujeres Indígenas de Colombia (CONAMIC) — organización que reúne a representantes pertenecientes a diez diferentes etnias del país— y pertenece al colectivo de pensamiento Mujeres, Paz y Seguridad.. También es integrante del grupo asesor de la sociedad civil de ONU Mujeres en ámbito nacional y forma parte de la Organización Indígena Mixta, Autoridades Indígenas de Colombia (AICO). A lo largo de su carrera como activista se ha formado y ha liderado iniciativas sobre justicia indígena y construcción de la paz desde una perspectiva de género e indígena. Con tan solo 23 años ocupó el cargo de gobernadora indígena del pueblo de los Pastos de Nariño, una experiencia que volvió a repetir entre 2020 y 2021, en plena pandemia.

La lucha por el territorio y por la defensa de los derechos humanos es algo que le viene de familia. Su padre fue un líder comunitario que le inculcó la importancia del activismo y la defensa de la tierra. De los ocho hermanos que son, Genith Quitiaquez fue la única que salió con vocación de liderazgo, reconoce. “Recuerdo cuando el territorio se inundó de cultivos ilícitos de amapola. Mi padre, al ser líder, siempre estuvo acechado por las FARC. Yo lo vivía entre el miedo y en la angustia”. En el año 2000, en España, Genith Quitiaquez tuvo la oportunidad de conocer el trabajo de los temporeros en los campos de frutales. “Decidí volver a mi tierra para luchar por nuestro idioma y nuestra cultura. Volví para fortalecer a mi comunidad; y para hacerlo tanto desde el ámbito local como en el nacional”. Para Quitiaquez, trabajar desde la base es fundamental, pero los cambios se tienen que hacer visibles a nivel global.

Tras la victoria del tándem Petro-Márquez, Genith Quitiaquez se muestra contenta y esperanzada y espera que Nariño salga del “abandono institucional”, aunque considera que la comunidad internacional debe continuar ejerciendo presión para que se implementen de manera completa los Acuerdos de Paz, puesto que, asegura, las comunidades indígenas aún continúan viviendo con miedo. Para ello, la activista le da una importancia fundamental a la incorporación a la práctica de los enfoques transversales de género y etnicidad; apuesta por la participación de las mujeres indígenas en la toma de decisiones y reclama una reconexión con la cultura ancestral del territorio.

 

Gustavo PetroyFrancia Márquez. Colombia inicia una nueva etapa

 

Colombia empieza una nueva etapa histórica: la izquierda, liderada por Gustavo Petro—exalcalde de Bogotá, exsenador y exguerrillero de la M-19— y Francia Márquez—la primera vicepresidenta afrodescendiente del país, activista ambientalista—, acaba de ganar las elecciones por primera vez. El Pacto Histórico ha logrado entusiasmar a las regiones más pobres del país, donde se han registrado tasas de participación especialmente altas, comparadas con otras convocatorias electorales.

Inclusión, justicia social y protección del medio ambiente son algunos de los ejes del programa de Petro, que en campaña prometió transformaciones profundas en el país. Subsidios, ampliación de los programas sociales, más inversiones en educación y sanidad, aumento de las prestaciones alimentarias, transformación del sistema de pensiones, más impuestos a los ricos, aumento de los aranceles a las importaciones o la lucha activa contra la emergencia climática son algunas de las promesas que se han hecho durante estos últimos meses. Sin embargo, no será fácil: por detrás de Haití, Colombia es el país más desigual de América Latina, a pesar de ser un territorio rico en recursos naturales Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), casi la mitad de la población colombiana (el 42,5%) vive en situación de pobreza. La pobreza extrema afecta a 7,5 millones de habitantes. Estas cifras se agudizaron con la irrupción de la pandemia, en marzo de 2020.

El Pacto Histórico, la coalición de izquierdas que ha llevado a Petro al poder, pretende enterrar el legado de Iván Duque (2018-2022), sucesor del uribismo y cuyo mandato, de talante ultraliberal, ha estado impregnado de conflictos de diferentes naturalezas. Clientelismo político, corrupción, asesinato de líderes ambientales (según Indepaz solo en 2021 fueron asesinados 171 líderes sociales y defensores/as de los derechos humanos), protestas masivas contra la manera de gobernar (en referencia al Paro Nacional de 2019, cuyas imágenes de represión por parte de las autoridades dieron la vuelta al mundo; 46 manifestantes murieron), enriquecimiento ilícito, etc. Cabe destacar que esto no es solo lo que deja Duque, sino también el legado de los mandatarios que le precedieron.

Además de hacer frente a una inflación mundial creciente y a los temores del mercado, otro reto del nuevo gobierno será la implementación completa de los Acuerdos de Paz, firmados entre el expresidente Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2016, que pusieron fin (o eso se pretendía) al conflicto más longevo del continente. Con estos acuerdos se perseguía acabar con más de cinco décadas de lucha armada que han dejado más de 220.000 muertos y seis millones de personas desplazadas. Los Acuerdos no se han podido implementar por completo: la postura escéptica de Duque durante los últimos años, así como las amenazas por parte de grupos paramilitares, el asesinato de exguerrilleros, y la falta de inversión en el campo colombiano ha provocado que algunos guerrilleros se hayan rearmado.

Este es el panorama que deberán redirigir el tándem Petro-Márquez en Colombia, además de heredar un país profundamente polarizado y dividido, marcado por años de conflicto y violencia y con un alto índice de desconfianza de las instituciones por parte de la población.

Entrevista a Genith Quitiaquez

Usted fue la primera gobernadora mujer de su cabildo, en los Pastos, en Nariño. Tenía tan solo 23 años. ¿Cómo fue aquella experiencia?

Volví de España, de una formación y me dije: mi comunidad no puede quedarse rezagada; así que decidí postularme como gobernadora. Logré posicionarme como referente étnico en la comunidad. Luego volví a serlo en 2020-2021. En plena pandemia asumí los retos que supuso la Covid-19 en los pueblos indígenas. Fueron momentos de aprendizaje, y un reto de gobierno.

Aún es difícil que gobiernen las mujeres.

Para nosotras es difícil entrar en el gobierno y ejercer siendo madres y esposas. Pero la visión de las mujeres, en una época tan crítica como lo fue la pandemia, hizo que todo fuese a mejor. Las mujeres somos más resilientes y propositivas. . Eso no sucede con nuestros compañeros. La resistencia y la forma que tenemos de expresar nuestros sentimientos, en etapa de crisis es muy importante.

¿Cómo han recibido la victoria de Petro en las comunidades? Cómo creen que van a cambiar las cosas en los próximos años?

El gobierno que tenemos actualmente[el d’Iván Duque] ha sido muy desafiante en términos de no garantizar los derechos de los pueblos y creo que uno de los temas estructurales es precisamente el derecho de los pueblos indígenas, muy relacionado con la agenda global de cambio climático y la protección de la biodiversidad. Para nosotros, la construcción de paz requiere un compromiso real en términos de la reforma agraria, en la cual hay muchos desafíos. El nombramiento de algunos cargos del gabinete de Petro ya son un claro mensaje de cambio. Sin embargo, sabemos que el cambio estructural no va a ser fácil, después de 213 años de dominación de la derecha. Somos conscientes de eso; y somos conscientes de que construir paz no solo depende del gobierno, sino de las bases, que tenemos que romper la polarización que hay en las comunidades. Si bien se ganó, no se ganó con una amplia mayoría: hubo un porcentaje de la derecha que va a estar al tanto de lo que pase y va haber una fuerte oposición a este gobierno si no se logran acuerdos estratégicos. Es triste lo que nos deja el gobierno[de Duque], pero lo que viene es esperanzador y desafiante. Y también sabemos que no se van a poder cambiar todas las estructuras. Se puede zarandear algo arriba, pero abajo, en las alcaldías, en las gobernaciones, aún quedan muchos rezagos de los aprendizajes de corrupción. Creo que el camino de construcción de paz no es desde arriba hacia abajo, sino desde las bases, desde el territorio, hacia arriba.

¿Qué esperáis del nuevo gobierno en materia de género?

En el último debate se vio como Petro iba aprendiendo sobre género. Esperamos que, al lado de Francia Márquez, sea sensible a nuestras propuestas. Tenemos la esperanza de que se conforme un gobierno paritario y esperamos que se produzcan avances en el género. Queremos que se reconozcan las aportaciones de las mujeres y del movimiento LGTBI. La Historia nos ha enseñado que no podemos dejar de insistir en la lucha; y la agenda del movimiento feminista e indígena está clara.

¿Y respecto a los Acuerdos de Paz?

Nosotros no queremos que se invente nada; simplemente esperamos que se cumpla lo que ya se pactó. Ya en este momento no necesitamos que se invente nada.

¿En qué dirección trabajáis en la Coordinación Nacional de Mujeres Indígenas de Colombia (CONAMIC)?

La CONAMIC es una iniciativa de mujeres indígenas colombianas. Colombia tiene una estructura de cinco representaciones mixtas. Antes, las mujeres no teníamos nuestra propia voz, sobre todo por lo que respecta a temas relacionados con la paz. La CONAMIC es una apuesta nacional de mujeres que tenemos algún espacio de representación en nuestro territorio para hacer visible nuestra situación en lo nacional y lo internacional. Como mujeres constructoras de paz que somos, nuestra misión es hacer posible el dialogo, la mediación y nuevas formas de trabajar la paz en los territorios reconociendo los desafíos en términos de seguridad, protección y cuidado desde varias dimensiones del ser. Estamos aliadas con organizaciones feministas porque también apuestan por la innovación para salir del conflicto. Este caminar con mujeres indígenas de otros territorios y mujeres feministas nos abre un panorama a las mujeres indígenas y nos permite visibilizar nuestro trabajo y nuestras apuestas, tanto en el territorio local como para el resto del país frente a una agenda de paz y seguridad.

¿A qué retos se enfrenta la población de los Pastos de Nariño?

En primer lugar, tenemos las dificultades que suponen la ampliación de los cultivos ilícitos hacia el pacífico y cordillera del departamento, además el paso migratorio al ser zona de frontera con Ecuador, gente que se va de Venezuela hacia Ecuador, Chile o Argentina y toda la afectación que se da en un paso migratorio. En la parte andina, que ahora goza del Acuerdo de Paz, tenemos un territorio libre de grupos armados ilegales. Allí operaban las FARC, y desde 2016 quedó como territorio libre. Sin embargo, ahora tenemos otra problemática: las concesiones mineras. Por nuestro territorio, además, pasa el oleoducto transandino[conegut com a OTA]. Este oleoducto tiene 115 pozos petroleros que surten al puerto de Tumaco. Ahora el problema es que se quiere aumentar la producción de crudo con fracking además de otorgar concesiones mineras de metales preciosos y minerales en esta amplia zona de selva. En definitiva, el conflicto se ha transformado. En la parte del Pacífico tenemos dificultades con los cultivos ilícitos, las amenazas a líderes sociales y ambientales y el desplazamiento forzoso de pueblos tanto indígenas como afrodescendientes.

Dice que el conflicto en el territorio se ha transformado. En 2016 se produce la desmovilización de las FARC.

Sentimos el cambio en los territorios que deja la presión de un grupo armado y ahora sentimos más tranquilidad. La situación ha cambiado, pero teníamos la ilusión del que el Acuerdo pudiese reparar a las víctimas y que el Estado pudiese llegar a los territorios olvidados a los que nunca ha llegado, pero esto no ha sido así. Los Acuerdos de Paz no se han podido implementar en la totalidad debido a muchos factores. El gobierno no siente la necesidad de repararnos, ni conoce nuestra Colombia profunda. Esta no ha visto la ganancia que ha llevado el Acuerdo. Teníamos muchas expectativas, pero eso nunca llegó al territorio. No llegaron las instituciones, con más salud y más educación. Lo que sí que nos llegó fueron las concesiones mineras. Habitamos un territorio abandonado por el Estado. Este no llega, pero sí que nos llega el conflicto que viene asociado a las exploraciones y las concesiones mineras. Es la contradicción en la que vivimos. Esto nos genera incertidumbre y hace que las comunidades se fragmenten. Por eso digo que genera otro tipo de conflicto.

Según lascifras de Indepaz (Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz), en 2021 se asesinaron 171 líderes sociales y defensores/as de los derechos humanos y ambientales. ¿Cómo enfrentáis esta situación en las comunidades?

Los pueblos indígenas no somos ajenos a esta realidad. Matar a un líder o a un gobernador es matar la resistencia. Para las mujeres es más desafiante llegar a los espacios de liderazgo. Que nos amenacen o nos estigmaticen es un mensaje claro para que cesemos en la lucha y en la defensa de nuestros derechos. No se forma a un líder de la noche a la mañana, sino que se forma desde que es un niño. El líder no se hace de una manera inmediata, tiene todo un proceso. Matar a un líder es cortar la lucha de todo un pueblo. Es triste lo que pasa en nuestros territorios con la muerte de los líderes sociales y ambientales, porque matan la resistencia de los pueblos.

¿Cómo trabajan ustedes para erradicar las violencias machistas?

En los últimos tiempos, las mujeres indígenas hemos estado reflexionando acerca del origen del machismo. El machismo no solo vino de fuera. También hay y ha habido prácticas en las comunidades que deben ser revisadas. En esta reflexión conjunta, nos hemos dado cuenta del papel que vienen haciendo las mujeres en la protección de los territorios. Las mujeres debemos volver al origen: tenemos un mandato en los territorios y un papel fundamental en la recuperación del tejido social. Hay que volver a sembrar la chagra y buscar nuestro origen para recuperar la relación con el territorio. Y es en esta reflexión en la que nos encontramos actualmente.

¿Qué significa volver al origen?

Para la mujer indígena, volver al origen implica volvernos a pensar como la fuerza creadora. Esta es nuestra cosmovisión. Debemos conjugar el trabajo nacional y la incidencia que venimos haciendo sin olvidar dónde estamos ni de dónde venimos.

Activistas relacionados y relacionadas

Mai Shanin & Iris Gur

Palestina e Israel
Derecho a la paz.

Sara López

México
Derechos de los pueblos indígenas. Defensa del medio ambiente.

Bisharo Ali Hussein

Kenia
Derechos de las mujeres. Defensa de los derechos de las personas migrantes y refugiadas

Yslem, hijo del desierto

Sáhara Occidental
Derecho a la paz. Derechos civiles y políticos.

Karima Shujazada

Afganistán
Derechos de las mujeres. Derechos de las personas refugiadas.

Desirée Bela Lobedde

Espanya
Defensant els drets humans des de Catalunya: activisme antiracista