Ryma Sheermohammadi

Defensa de los derechos de las mujeres y de las personas migradas y refugiadas.
Irán

Los padres de Ryma Sheermohammadi son iraníes, pero ella nació en Arabia Saudí. Hace 30 años que ella y su familia se instalaron en España, donde Sheermohammadi ha desarrollado su carrera como traductora e intérprete. A pesar de que no ha llegado a vivir en el país de origen de sus padres, la activista sí que ha viajado a Irán en varias ocasiones. “Antes de la revolución íbamos [a l’Iran] dos o tres veces en el año, pero después de la presa de poder de los ayatolás, solo he podido volver una vez”, explica. Lo que la une en su país, además de los lazos familiares, es su trabajo como traductora. Sheermohammadi traduce del y hacia el persa y trabaja en proyectos europeos que tienen como eje el activismo iraní. A principios de la década de los años noventa estuvo viviendo en la República Checa, donde tuvo la oportunidad de conocer y trabajar con activistas iraníes instalados allá. “Yo era muy joven, pero despacio fui consolidando mis intereses y mi trayectoria como activista”. El 2004 empezó a trabajar con Shirin Ebadi, una abogada y defensora de los derechos humanos iraní que el 2003 recibió el premio Nobel de la Paz. Ebadi es la primera mujer iraní y musulmana a recibir este premio y destaca por su lucha en defensa de los derechos de las mujeres y la infancia.

Desde Barcelona, Ryma Sheermohammadi hace tiempo que trabaja por la defensa de los derechos de las mujeres iraníes, para expandir su voz y para fortalecer los lazos de lucha colectiva a favor de la libertad.

La muerte de Mahsa Amini y las protestas

Irán ha vivido, en los últimos meses, una oleada de protestas masivas que reivindican la defensa de los derechos humanos, y más concretamente, el respeto de los derechos de las mujeres. Son las protestas más multitudinarias en el país persa desde el levantamiento popular, el 2009, contra el gobierno de Mahmoud Ahmadineyad, acusado de fraude electoral. En aquel momento, estas protestas recibieron el nombre de ‘Revolución Verde’.

Ahora, la desobediencia civil que ha tomado las calles de Irán tiene que ver con el presunto asesinato por parte de la ‘policía de la moral’ de la joven Mahsa Amini. El 16 de septiembre del 2022, Mahsa Amini, una chica kurdo-iraní de 22 años, fue arrestada por llevar mal puesto el velo y fue llevada a una comisaría para ser ‘reeducada’. Si bien las fuerzas de seguridad afirman que la joven murió a causa de un infarto —a pesar de que la familia en su momento negó que sufriera ningún problema de salud—, todo apunta que fue una paliza por parte de las autoridades policiales lo qué causó la muerta de la joven.

La muerte de Mahsa Amini hizo que las protestas se extendieran a todos los lugares del país. El levantamiento popular en defensa de los derechos de las mujeres, que duró varias semanas y que tenía como lema “Mujer, vida, libertad” fue duramente reprimido por las autoridades. Según el ONG Iran Humans Watch, se calcula que unas 500 personas murieron en estas protestas y entre 15.000 y 17.000 fueron detenidas de manera arbitraria. Las cifras no acaban aquí. Según la misma ONG, desde que empezó el 2023, 145 personas han sido ejecutadas en el país persa.

1979, uno antes y uno después

Para poder entender el contexto de estas manifestaciones y también para poder conocer en qué momento se encuentra este país, hay que remontarse el febrero del 1979, cuando una serie de protestas hicieron caer el régimen del sah Reza Pahlavi, en aquel momento considerado por parte de la población un gobierno títere de los Estados Unidos. Unas semanas más tarde, y después de haberse votado en un referéndum, Irán se convertía en una República Islámica. Con el ayatolá Ruhollah Khomeini al frente, se instauró una teocracia y se desmantelaron los derechos sociales adquiridos por las mujeres. Cómo escribe la politóloga, traductora y escritora iraní Nazanín Armanian: “La primera medida de Khomeini al llegar de París [on fins a aquell moment vivia exiliat] fue la derogación de la Ley de Protección de la Familia, recuperar la de la década de 1930 basada en la sharía [la llei islàmica] y declarar la obligatoriedad del velo uniformador para eliminar las identidades particulares y crear una sociedad a la imagen de las tribus islámicas de la península arábiga del siglo VII”. Nazanín Armanian vive exiliada en España desde el 1983.

Con la llegada de los ayatolás al poder, no solo las mujeres vieron menguados sus derechos y sus libertades, sino también otras minorías étnicas, personas políticamente disidentes (como los y las comunistas) y varios colectivos, como el LGTBIQ, entre otros. Hoy en día, las persones iraníes que pertenecen al colectivo LGTBIQ continúan sufriendo “discriminaciones y violencias sistémicas. Las relaciones sexuales consentidas entre personas del mismo sexo continúan estando penalizadas con penas que van desde la flagelación hasta la pena de muerte, y continúan prevaleciendo las ‘terapias de conversión’”, se puede leer en un informe de Amnistía Internacional.

La represión por parte del régimen contra la población que muestra cualquier clase de disidencia ha estado presente en la vida del país desde el 1979 y se ha incrementado cuando ha habido periodos de protestas, como las que tuvieron lugar el 2019-2020 o el 2021-2022, estas últimas causadas por la escasez de agua, los cortes eléctricos y la subida de precio del combustible. Las diferentes medidas de la comunidad internacional, como los paquetes de sanciones impuestos por diferentes países, han tenido pocos efectos en el régimen iraní, pero unos efectos devastadores en la población, que vive inmersa en una grave crisis económica desde hace años.

Un punto de inflexión reciente a la historia del país persa se produjo el 2015, cuando los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la Unión Europa llegaron a un acuerdo con Irán para paralizar el programa de enriquecimiento de uranio. El acuerdo nuclear, liderado por quién era en aquel momento presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, provocó el levantamiento de sanciones. Esto se acabó el mayo del 2018, cuando Donald Trump decidió romper el pacto y restablecer el sistema de sanciones. Actualmente se está trabajando para restablecer el acuerdo.

En el ámbito de las relaciones internacionales, uno de los últimos movimientos del país persa ha sido el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Arabia Saudí, gracias a la mediación de China y el apoyo a Rusia en la guerra con Ucrania, iniciada el febrero del 2021.

Entrevista a Ryma Sheermohammadi

Usted menciona en muchas ocasiones a Táhirih Qurrat al-‘Ayn, la primera mujer en quitarse el velo, y participar en recitales de poesía. Los mulás la asesinaron en 1852. «Me podréis matar, pero no podréis frenar el proceso de emancipación de las mujeres», dijo.

Su figura me resulta muy inspiradora La muerte de Táhirih marca un antes y un después en la historia de Irán. Fue una poeta y una erudita muy conocida en su tiempo. Muchos la visitaban para hacerle preguntas de carácter religioso. Ella defendía que los principios sociales debían ir cambiando a medida que cambien los tiempos. Fue detenida no sólo por quitarse el velo. Suponía una amenaza y estuvo algunos años bajo arresto domiciliario. En el momento de matarla dijo esta frase: ‘Me podréis matar, pero no podréis frenar el proceso de emancipación de las mujeres’. Me parece muy inspirador y augura los tiempos que estamos viviendo en la actualidad.

¿Cómo y porqué marca un antes y un después el asesinato de Mahsa Amini?

Ciertamente supone un punto de inflexión. Hasta ese momento, las personas que estaban detrás de cualquier clase de protesta o de campaña eran activistas por los derechos humanos y que luchaban a favor de los derechos de las mujeres, pero con el asesinato de Mahsa Amini toda la sociedad iraní ha despertado, y se están manifestando tanto hombres como mujeres. Muestran su indignación con la que ha pasado. En Irán, además, existe una generación de adolescentes que están saliendo a la calle. Tienen 15 y 16 años, y luchan por sus derechos. El lema que hay detrás de las protestas es bello y universal: mujer, vida y libertad. ¿Quién no puede comulgar con esto? Es un lema que trasciende a las fronteras, un movimiento mundial.

Qué piensa que hace falta para que haya un cambio realmente transformador en Irán?

Estas protestas son importantes. Hasta hace poco, los grupos se manifestaban cada uno por su cuenta, indiferentes al sufrimiento de otros colectivos y otros grupos. Lo diferente del movimiento de ahora y lo que lo hace tan poderoso es el hecho de que es un movimiento mayoritario. La gente ha tomado conciencia y los distintos colectivos se han unido. Lo que está sucediendo en Irán es imparable y no hay forma de frenarlo. Las detenciones arbitrarias, las torturas, las condenas… No hay forma de esconderlo. Tengo mucha esperanza en el futuro y en la caída del régimen, como ocurrió con el apartheid en Sudáfrica o con el colonialismo en la India. Pero son procesos lentos, lo sé.

Usted es la traductora de Mahvash Sábet, psicóloga, poeta y escritora actualmente encarcelada. Ella forma parte de la comunidad bahá’í.

Mahvash Sábet tiene distintos ingredientes para estar en el punto de mira del régimen. Es una mujer constante y firme, honesta consigo misma y sus creencias. Esto es algo que a las dictaduras no les gusta. Además, cree en la importancia de la formación y la preparación de las personas con el objetivo de que puedan ser independientes económicamente. Mahvash amaba y ama la docencia y ha continuado con esta labor dentro de la cárcel, donde enseña a leer y a escribir a mujeres prácticamente analfabetas. Es un ejemplo de superación y capacidad de adaptación. Una inspiración. De hecho, en el marco de un proyecto, he tenido la oportunidad de trabajar su obra con grupos de personas presas en el centro penitenciario de Wad-Rass [Centre penitenciari de dones] y de Quatre Camins. He trabajado la historia de Mahvash y su poesía con los internos y las internas.

¿Cómo ha sido?

Fascinante y muy emocionante. Le han escrito cartas y se ha establecido un vínculo con su poesía. El resultado final ha sido un cortometraje precioso en el que los internos y las internas hablan de ella y de su obra.

La cultura como herramienta indispensable para crear lazos entre pueblos y culturas. Como herramienta para conocer y entender otras realidades.

El trabajo cultural debe nutrirse de unos principios y valores, que son los que tienen que ver con la condición humana. En este sentido, la cultura es una vitrina a la esencia del ser humano y al que realmente importa. Cuando un catalán o catalana lee una poesía de Mahvash y se le explica qué hay detrás de los versos, conecta con la esencia de esa persona. Cuando esto ocurre, es cuando la cultura despliega todo su poder transformador y actúa como bálsamo para las heridas que todos y todas tenemos. Así se transforma la realidad de los seres humanos.

Siempre se mostró muy contraria a que los países negocian con Irán, concretamente en contra de reconstruir el pacto nuclear que se rompió en el 2018 con la subida al poder de Donald Trump.

Pienso que los países occidentales tienen una doble moral: hablan de democracia y de derechos humanos, pero cuando una sociedad, especialmente en Oriente Medio, busca su libertad y lucha por sus derechos, tienden a mirar hacia otro lado. Se mira, concretamente, hacia el lado de los contratos y la estabilidad de las dictaduras. En algunas ocasiones, incluso las protegen, a su modo. Los ciudadanos y ciudadanas de estos países del mundo no buscan que ningún otro país les proteja o intervenga. Lo que yo veo es que, respecto a lo que ocurre en Irán, hay silencio en las sociedades de aquí. Basta con ver la actitud del embajador iraní durante la recepción de la monarquía española [el embajador de Irán en España se negó a darle la mano a Letizia durante una recepción en el Palacio Real, lo que generó mucha polémica]. Quienes somos activistas tenemos la obligación de explicar a la ciudadanía que no, que esto[l’actitud de l’ambaixador] no es cultural.al. Nos han vendido y hemos aceptado que el desprecio hacia las mujeres es un tema cultural y no es así. En Irán se están vulnerando los derechos de la mitad de la población: las mujeres son tratadas como ciudadanía de segunda y tercera. Si desean viajar, si quieren estudiar o hacer lo que sea, necesitan el consentimiento de un hombre, a través de un sistema de tutorización. Alguien ha decidido que esto es cultural y no, no es así. Las culturas deben respetarse siempre que éstas respeten los derechos humanos.

Por ahora, usted no puede volver a Irán.

Soy optimista y tiene que ver con la visión que tengo de la historia. Tengo la sensación de que estamos asistiendo a la desintegración de un proceso. Será lento, pero no me cabe duda de que podré volver. Creo en los seres humanos y hay muchas personas que con su activismo y lucha hacen posible el cambio.

Activistas relacionados y relacionadas

Mai Shanin & Iris Gur

Palestina e Israel
Derecho a la paz.

Sara López

México
Derechos de los pueblos indígenas. Defensa del medio ambiente.

Bisharo Ali Hussein

Kenia
Derechos de las mujeres. Defensa de los derechos de las personas migrantes y refugiadas

Yslem, hijo del desierto

Sáhara Occidental
Derecho a la paz. Derechos civiles y políticos.

Karima Shujazada

Afganistán
Derechos de las mujeres. Derechos de las personas refugiadas.

Desirée Bela Lobedde

Espanya
Defensant els drets humans des de Catalunya: activisme antiracista